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POLÍTICA

José Francisco “Petiso” Páez, un grande del clasismo y de la izquierda argentina.

Por Mariano Rosa para Alternativa Socialista, publicación del MST – Mov. Socialista de los Trabajadores en Proyecto Sur.

Desde nuestra corriente combatimos el dogmatismo. Defendemos a fondo la necesidad del pensamiento crítico y autocrítico permanente como método científico para avanzar en la lucha política y la construcción revolucionaria. Sin embargo, tanto como eso, afirmamos que no hay partido revolucionario sin tradición revolucionaria. Reconocer en la memoria de la corriente a los mejores valores militantes de nuestra historia política es parte de una tarea educativa y de formación de nuevos militantes y cuadros que asimilen lo mejor de nuestro acervo de experiencia acumulada. El homenaje al Petiso Páez como a tantos otros valores revolucionarios de nuestra larga tradición tiene un objetivo: inyectar en las nuevas camadas militantes el incentivo de los mejores ejemplos y enseñanzas de los grandes de la lucha revolucionaria. Esta vez por cumplirse el 7° aniversario del fallecimiento del Petiso, le toca a él –a través de su historia- jugar un rol que de verdad le apasionaba: formar y alimentar compromiso militante en las nuevas generaciones

Páez fue uno de los dirigentes de los sindicatos clasistas de Fiat en la década del 70: SITRAC-SITRAM. Pero no solamente eso: el Petiso también fue un dirigente obrero y socialista de la corriente que fundó Nahuel Moreno y que hoy continuamos construyendo desde el MST. El primer contacto con Páez se dio alrededor de las luchas que encabezó una amplia vanguardia clasista y antiburo-crática que en las principales concentraciones fabriles del país batalló contra la patronal y la burocracia sindical colaboracionista. Eran tiempos de plenarios sindicales donde se discutía duramente la línea para intervenir en las peleas en curso. Ese proceso que desembocó en la FIAT desalojó a la conducción traidora y parió el Sitrac-Sitram que hizo el Cordobazo del 69 y el segundo que los tuvo como protagonistas más directos.

La lucha contra el ultraizquierdismo guerrillero y su incorporación al trotskismo

El Petiso se destacaba como un gran orador. Como dirigente jugaba siempre un papel decisivo en todas las instancias. En aquel contexto histórico, la influencia de la revolución en Cuba y la crisis del estalinismo hizo que ganaran un peso enorme las posiciones foquistas y de la guerrilla. Esa influencia en Córdoba y el centrismo de otros actores comoTosco, impidieron que se pudiera vertebrar un movimiento fuertemente unitario del clasismo para enfrentar al peronismo a escala nacional. Esta fue la posición que levantó nuestra corriente en aquel momento desde la interna del Banco Nación y otras comisiones internas del SMATA, Petroquímica Sudamericana, etc. El aislamiento del clasismo como fruto de la pinza de la burocracia y la dictadura, sumado a la equivocada política de parte de su dirección, terminó con la derrota del proceso. El Petiso conoció a nuestros compañeros en el 69 cuando un grupo de ellos con César Robles a la cabeza refundaron la regional Córdoba haciendo trabajo político sobre las principales concentraciones automotrices de la zona. Influenciado primero por el guerrillerismo, Páez empalmó con la línea impulsada por nuestro partido que llamó en 1972 desde el PST a construir un frente obrero y socialista. El Petiso se alejó definitivamente del ultraizquierdismo que planteaba “ni golpe ni elección, revolución” y aceptó ser candidato a gobernador en Córdoba. Después vinieron años de construcción de partido, vino la dictadura genocida del 76 y la cárcel. Sufrió simulacros de fusilamiento y la corriente de Moreno montó una campaña internacional por su vida denunciando la dictadura y la cárcel de dirigentes de la clase como él. Cuando recuperó la libertad en el 81, se reintegró a la militancia y por política del PST frente a la guerra de Malvinas él, junto al Pelado Matosas –otro gran valor de nuestra historia- se ofrecieron como voluntarios para ir a combatir al invasor inglés como parte de una orientación antiimperialista independiente de la conducción política de la dictadura. Con la fundación del MAS fue candidato en el 83 y continuó su actividad con idas y vueltas relacionado con la corriente. El 27 de septiembre de 2005 se fue deteriorando y un ACV finalmente terminó con su vida.

Un gran dirigente obrero, fanático de la construcción política hacia el movimiento de masas

Un rasgo que hizo confluir al Petiso con la corriente de Moreno fue, por un lado, el salto del sindicalismo clasis-mo a la lucha política; y en segundo lugar la obsesión por rehuirle al sectarismo y la auto-proclamación. Páez fue fanático de buscar empalmar con el movimiento de masas y construir una herramienta con la influencia suficiente como para poner en pie un gobierno obrero en la Argentina. También por supuesto fue parte de la tradición internacionalista de nuestra corriente y hasta integró delegaciones que participaron de congresos mundiales. Recordarlo ante un nuevo aniversario de su fallecimiento tiene un profundo sentido político y educativo: recoger lo más rico de su testimonio militante como luchador clasista y antiburocrático, como cuadro obrero de partido y como obsesivo por ir hacia las masas como horizonte de construcción política. Nuestro mejor homenaje a él: construir más y más partido.

“Petiso” Páez: la lucha es política.

Recogemos a continuación el testimonio directo de Páez a propósito de su experiencia militante del sindicalismo clasista, a la lucha política y el rol del morenismo:

“Cuando nos destruyen el sindicato y echan a centenares e incluso miles de compañeros radicalizados, muchos de ellos se van a sus casas, otros toman las armas y se van a la guerrilla, lo que después se refleja en la muerte de muchos de los que nos van avisando. Pero algunos tomamos caminos diferentes. En mi caso y el de otros compañeros decidimos seguir la lucha. En sindical nos habían barrido y como no estábamos en la guerrilla decidimos seguir dando la lucha política. Yo veía que la lucha la podía continuar en el nivel político y ahí conozco a un querido compañero, el Viejo Pedro [Milesi]. Con él formamos un Frente de los Trabajadores, justo cuando nos llega a Córdoba una propuesta del PST. Al PST ya lo conocíamos, habían sido compañeros que habían venido cuando las tomas de fábricas a ofrecerse modestamente a cooperar, a meterse adentro de la fábrica si era necesario. El ERP ya estaba metido. Nosotros habíamos permitido a todas las organizaciones meterse. Un día yo estoy adentro de la fábrica cuando me dicen: “Che, hay un quilombito ahí afuera”. Cuando salgo, estaban [Domingo] Mena y Foti, dirigentes reales del PRT de Córdoba, peleándose con César Robles y con Mattolini, que eran acusados de reformistas. Y estos compañeros me dicen: “Páez, mire, nosotros queremos entrar a la fábrica. Si hay que barrer, si hay que limpiar, nosotros venimos a estar al servicio de ustedes. Si hay que hacer café, para lo que sea estamos. Si entra la policía y hay que enfrentarlos, vamos a enfrentarlos con ustedes”, textual, así. Entonces yo agarro a Foti, que me conocía, venía a mi casa e iba al sindicato, y le digo: “Usted está volao”. “No, porque ellos son reformistas”, me dice. “No importa, acá necesitamos fuerzas. “Che, entren -les digo-. Y vos, dejate de joder”, le digo a Mena […]

Después yo los iba a ver, me traían el periódico. En realidad, como eran gente macanuda los fuimos a ver. […] Fui yo a verlos y les pregunto: “¿Cuál es la propuesta de ustedes? ¿Cuál es su programa?”, y así nos ligamos. Y al Viejo Pedro, que era nuestro jefe, le pareció bien. Entonces yo continué la lucha política. Entro, hago un llamamiento a votar al Partido y sale una foto en el diario para que formemos listas de trabajadores, para integrarnos al socialismo”

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Marcelo Parrilli, diputado mandato cumplido del MST en Proyecto Sur.

Por Pablo Vasco para Alternativa Socialista.

Usualmente, se habla de «mandato cumplido» para referirse a un parlamentario que ya terminó su período. Pero en relación con nuestro compañero Marcelo Parrilli queremos darle aquí a esa expresión otro sentido, mucho más profundo y trascendente: el de haber cumplido fielmente el compromiso político con el que asumió la banca de diputado porteño que acaba de dejar.

En su primera sesión, el 1º de marzo de 2010, Parrilli señaló que «las bancas y cargos que podamos conseguir en la estructura del Estado están al servicio de las luchas y las necesidades de los sectores más explotados y sufridos» y que «tenemos un compromiso básico en la defensa de lo público; es decir, la salud pública, la educación pública, el espacio público, el transporte público» y de «los derechos y garantías»…

Ese claro mandato político es el que Marcelo llevó adelante en estos casi dos años de intensa tarea, tanto dentro como fuera de la Legislatura porteña, como representante del MST y luego integrando el interbloque con el Movimiento Proyecto Sur. Formó parte de las comisiones de Derechos Humanos, Espacio Público, Mujer y Tránsito y Transporte. Fue autor o coautor de más de un centenar de proyectos. De agudas ironías y sólidos argumentos, su coherencia política le hizo ganar el respeto de todos los bloques.

Entre los hechos más trascendentes, se destacaron sus firmes denuncias contra el rol represivo de la Policía Metropolitana y contra su cúpula integrada mayoritariamente por genocidas de la dictadura militar. Miembro de la comisión investigadora, ante el escándalo de las escuchas ilegales fue el único en señalar la responsabilidad de Mauricio Macri y en proponer que debía ser sometido a juicio político. Votó en contra de los Presupuestos del jefe de gobierno, del aumento de ABL y demás leyes antipo-pulares, contraponiendo alternativas y denunciando los negociados y la corrupción. Cuestionó los pactos y el rol funcional al oficialismo de bloques como los K o la Coalición Cívica, a los que definió como «oposición pro PRO».

Como diputado, y junto a nuestro partido, Marcelo llevó su solidaridad a numerosas luchas sociales, a veces también expresada mediante proyectos legislativos. Apoyó y defendió a los docentes, los estudiantes secundarios, los trabajadores y delegados del Teatro Colón, la Contaduría, la Dirección de Protección del Trabajo, los hospitales públicos, el Centro de Salud Mental Ameghino, los judiciales, el subte, los empleados de los call centers, los vecinos sin techo del Parque Indoamericano, los terceriza-dos ferroviarios, los jóvenes asesinados por la policía de Bariloche, los qom de Formosa y tantos otros. Además, en su carácter de abogado intervino siempre al servicio de causas justas, entre ellas como defensor de Néstor Segovia y ahora de Vilma Ripoll.

Siempre manteniendo una perspectiva socialista y aportando a la construcción de nuestro espacio político, podemos decir que el compañero Marcelo Parrilli ha sido y es un diputado mandato cumplido.

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CELN en el País y el Mundo.

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Libia: el difícil camino de la Revolución Árabe

Por Carlos Miranda para Alternativa Socialista. Periódico del MST – Mov. Socialista de los Trabajadores en Proyecto Sur.

Muerte y sangre. Espesas columnas de humo, destrucción, hierros retorcidos. Desesperación. La vida trastornada. A pesar de los festejos, la guerra -tanto la convencional como la civil- y las revoluciones son una tragedia humana, muchas veces inevitable; y en el caso de las revoluciones, indudablemente necesarias. El pueblo libio está pagando con este drama el precio de sacarse de encima décadas de opresión, humillación y entrega que se habían vuelto intolerables. Un drama que los festejos por la caída de Muamar el Gadafi no cerrarán. Por el contrario, la participación directa de la OTAN (Organización del Tratado Atlántico Norte) con su carga de cinismo tan mortal como sus bombas, hará el camino a la liberación mucho más difícil y complejo que en Túnez o Egipto. Y ahora las fuerzas imperialistas apuntan con su cinismo al pueblo rebelde. Cuando finalice el capítulo Gadafi, se iniciará una nueva prueba para la revolución libia.

Para los socialistas revolucionarios no se trata de posicionarse desde la perspectiva de un pacifismo estéril e impotente. La violencia sigue siendo, como dijo Carlos Marx, la partera de la historia. Se trata de comprender el momento histórico, las necesidades y objetivos del movimiento que -despertando después de años de opresión- ya no piensa en volver atrás, sin importar el precio que tenga que pagar; un movimiento sin duda heroico. Se trata de entender las fuerzas en disputa, los objetivos de cada fuerza y sobre todo los planes de sus direcciones políticas que, no está de más decir, tienen objetivos que van más allá o muchas veces son distintos de los que levantan los movimientos que aquellas direcciones conducen o intentan conducir. Se trata de comprender para, posicionados desde el campo de la revolución, avanzar en la construcción de una dirección que exprese verdaderamente las necesidades presentes e históricas de los procesos revolucionarios.

Si nos ubicamos primero en Bengazi y luego en Trípoli, los socialistas revolucionarios no podremos menos que festejar. En una, el principio de la rebelión; en la otra, el fin de Gadafi y de su régimen.

Pero es un momento de festejo por cierto empañado y que debe ser reflexivo. Un festejo que obliga a desnudar la trama interna, las intenciones y políticas de cada una de las direcciones actuantes en el conflicto. De lo contrario, seremos cómplices de un desenlace no buscado ni querido por el movimiento popular: un desenlace que intentarán imponer las fuerzas de la OTAN junto a sus gestores internos. A no ser que haya quienes piensen que la intervención militar y política de la fuerzas del imperio es progresiva para la Revolución Árabe.

Esta ilusión, con sus matices, sin ningún fundamento serio, excepto la propia propaganda imperialista, ha provocado ya demasiadas derrotas a la revolución internacional.

Bengazi y el capítulo libio de la Revolución Árabe

El 2010 amaneció esperanzador. No había terminado enero cuando irrumpió la revolución en Túnez, arrasando a la camarilla de Ben Alí. La euforia en el Magreb contagió al país más grande de la región, al que tiene una clase obrera más estructurada y combativa, al de más tradición política y cultural: Egipto. Este siguió el camino de Túnez y terminó con el sanguinario Mubarak.

Como todo proceso revolucionario, enseguida tuvo un nombre con perfume a futuro: Primavera Árabe, se lo llamó. A futuro y también a esas características pacíficas entre comillas de los procesos revolucionarios que en sus inicios son tan parecidos a la ingenuidad. Cuando los pueblos insurrectos todavía son generosos hasta con sus propios verdugos. A Mubarak, por ejemplo, le han dado un derecho que él le negó a los luchadores egipcios durante años: el de defenderse ante un tribunal. Pero la revolución tunecina y egipcia es, además de democrática, una revolución nacional. Es decir, una Revolución Árabe. Y toda la región estalló.

En Libia hubo algunas manifestaciones en Trípoli que pronto fueron acalladas, pero Bengazi, con su tradición de oposición a Gadafi, con sus diez mil asesinados, con sus miles de presos políticos, se puso de pie.

El movimiento tenía las mismas características que los anteriores y si había sido posible en ellos, ¿por qué no en Libia? Como nos dijo en Túnez un entrañable amigo, editor de la sección Medio Oriente de rebelión.org: “Se perdió el miedo”. Y las masas sin miedo salieron a la calle y ya no volverían atrás.

En el principio, los primeros voceros de las manifestaciones eran las familias de los presos políticos y los asesinados o desaparecidos de Bengazi y la figura más emblemática un abogado defensor de los derechos humanos.

La sorpresa que tomó desprevenidos a Ben Alí y a Mubarak se había evaporado. Gadafi había tenido tiempo para pensar en cómo responder; lo que no contaba era con la decisión de ese pueblo.

Cuando luego de la enésima represión sangrienta el dictador buscaba aplastar a sangre y fuego la rebelión, ésta se convirtió en guerra civil. Y lo que comenzó igual que en Túnez y en Egipto habría de desarrollarse de manera distinta.

Las características de la Revolución Árabe y la especificidad libia

La Revolución Árabe responde a los esquemas clásicos de las revoluciones democráticas de la época imperialista. Aunque son, indudablemente, revoluciones de nuevo tipo al haber desaparecido el colosal obstáculo que para el movimiento de masas significaba el stalinismo internacional, y al darse en una coyuntura internacional de crisis imperialista aguda. Pero ellas tienen claves similares en su desarrollo y lógica interna.

La fase actual de este proceso revolucionario es popular. Aunque en los países más avanzados ha habido una participación clave de la clase obrera para que estas triunfaran, como por ejemplo en Egipto y en menor medida en Túnez.

Sin embargo, el proceso de conjunto es hegemonizado, por ahora, por sectores populares marginados, medios y medios altos. Mientras tanto, la dirección del proceso es heterogénea y controlada hoy en día por las expresiones más conservadoras y reaccionarias de esos sectores sociales. En el caso de Egipto, las Fuerzas Armadas intentan apropiarse del triunfo popular para desviarlo. En Libia, el proceso fue mucho más complejo.

Al convertirse en guerra civil, eso significó que existieran claramente dos centros, con base geográfica y territorial y con dos gobiernos. Entretanto, la revolución libia seguía el modelo de Túnez y Egipto. Con sus movilizaciones masivas se fueron construyendo órganos de dirección, apoyados en los viejos consejos populares renovados, los que derivaron en el actual Consejo Nacional Transitorio (CNT). A ellos se suman oficiales del ejército libio que desertan y altos funcionarios del régimen de Gadafi, como el ex ministro de Justicia que hoy en día es según la gran prensa el “presidente” -otros lo llaman vocero- del CNT, Mustafá Abdel Yalil.

Es importante conocer al personaje: Yalil es un dirigente formado en Europa. Diseñó los planes de privatización y “modernización” de Libia con los que Gadafi sedujo a los gobernantes y las transnacionales imperialistas a las que les entregó el fino petróleo libio, y era, hasta hace cuatro meses, nada menos que ministro de Justicia del dictador. Según las pocas noticias en las que se puede confiar luego de filtrarlas adecuadamente, este hombre -que según cuentan es de modales tranquilos y amables y que construye consensos- representaría el ala más afín al imperialismo europeo.

Es evidente que existen otros sectores tanto laicos como religiosos que comparten la dirección, pero que son minoritarios en el CNT; entre tanto, no hay que descartar que también puedan existir sectores de la dirección consecuentemente revolucionarios, sobre todo entre los que se encuentran directamente en el campo de batalla.

Como en todo proceso revolucionario heterogéneo, el movimiento que lo impulsa, que le da energía, es genuinamente revolucionario y está unido por un programa mínimo. Pero muchas de las direcciones que cabalgan esos procesos lo hacen desde el principio para poder domesticarlos, detenerlos y derrotarlos. Ya no se volverá al punto de partida, es cierto, pero esos dirigentes pretenden que no se continúe extendiendo la revolución y, de serles posible, derrotarla. Los que aparecen como dirección mayoritaria del CNT, junto con la intervención de la OTAN, tienen ese objetivo.

La guerra civil y la intervención de la OTAN

En los primeros momentos la resistencia rebelde partió al ejército regular, por otra parte muy mal armado y entrenado.

Gadafi, desconfiando del ejército regular, había delegado su seguridad en las divisiones especiales comandadas por sus hijos. Pero recuperados de los primeros fracasos, las tropas del dictador rodearon Bengazi.

Hoy es difícil recordar desde dónde surgió por primera vez la idea de la zona aérea de exclusión. Revisando los periódicos de marzo no se puede encontrar con claridad si fue desde el campo de la rebelión o desde los propios países imperialistas. Sin embargo, es cierto que en los primeros debates que se dieron entre los rebeldes había unanimidad sobre que no querían tropas extranjeras. Vino primero el pedido de armas, que fue rechazado. Y luego la campaña internacional de que los rebeldes eran desordenados, indisciplinados y que no podrían nunca vencer a un ejército regular ni menos a las divisiones especiales de los hijos del dictador. Así se iba creando desde la gran prensa la necesidad de la intervención.

Hay hoy un debate inútil sobre la cantidad de bombas que la OTAN lanzó sobre Libia: si esta es mayor o menor que las lanzadas sobre Irak, o sobre Afganistán, o sobre Kosovo. El tema es que la OTAN, apoyada en el que ahora llaman “presidente” del CNT, intervino y demostró su capacidad de fuego, bombardeando inclusive al bando rebelde. Podría haber sido distinto. Sí, pero se necesitaba otra dirección. Una que estuviera dispuesta a lanzar un llamado de ayuda activa y militante a los pueblos árabes, sin depositar ninguna confianza en sus gobiernos. Una que exigiera armas a todos los países por el simple hecho de que las necesitaba para defenderse. Una dirección que abriera sus brazos a miles de combatientes que hubieran estado dispuestos a acompañar a los rebeldes libios en su sacrificada lucha.

Hacía falta una dirección revolucionaria, en definitiva, que no existía por ahora en Libia, en gran medida por la matanza permanente de opositores por parte de Gadafi. No en vano uno de los comentarios primeros sobre la oposición en Libia era que “descansaba bajo las arenas del desierto”. Pero al intervenir militarmente la OTAN bajo el manto de supuesta legitimidad que le dio el pedido del CNT, los gobiernos imperialistas que la controlan -en especial Francia- se han convertido en un actor político de primer orden en el diseño del futuro de Libia. Por eso se fortalece en su objetivo central de intentar detener y derrotar el impulso de la revolución en la región.

Uno de los obstáculos fundamentales que deberá vencer la Revolución Árabe es el que hoy le impone la presencia de la OTAN.

La lucha por la libertad que lleva adelante el pueblo insurrecto en Libia chocará de frente con la política contrarrevolucionaria del imperialismo.

Esa es la prueba de fuego que le espera a este capítulo de la Revolución Árabe.

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POLÍTICA

«La ofensiva será sobre el trabajador formal»

La Capital.

Entrevista a  Horacio Meguira, director del departamento jurídico de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).

“Detrás de las referencias peyorativas a los sindicatos hay una acción política, es evidente que hay una idea de reacomodar la relación de fuerzas”. prevé un 2012 intenso en conflictos gremiales, cebados por la presión de la crisis económica global y un cambio de ciclo en la visión oficial de la relación entre el capital y el trabajo. En los discursos presidenciales y de las corporaciones empresarias, así como en la pelea entre el gobierno y el jefe de la CGT, el abogado laboralista ve los indicios de una disputa por los costos del ajuste. Advirtió que la introducción del discurso de la productividad y la competitivad sobre las negociaciones salariales encubre “una ofensiva sobre el trabajo formal” y consideró que la suerte de los derechos laborales se juega en fortalecer la representación sindical en la base. “La rebelión contra el ajuste saldrá de los lugares de trabajo”, aseguró. Precisamente, Meguira estuvo en Rosario para presentar en el auditorio de ATE el “Manual del delegado”, una guía para reforzar la acción sindical al interior de los establecimientos, elaborada por el Observatorio del Derecho Social de la CTA.

   —¿Qué objetivos persigue la presentación del manual de delegado?

—El manual del delegado es la terminación de un ciclo y el comienzo de otro. La culminación de un ciclo de lucha que tuvo la CTA por libertad sindical en todos los ámbitos. Una vez fundada, nuestra primera lucha fue confrontar con el modelo preexistente. Hacer un sindicalismo de clase, que se diferenciaba del sindicalismo corporativo. Esa es la primera fase de la lucha por la libertad sindical. Luego fue la lucha por la legalidad. Se obtuvo la inscripción gremial, se peleó en OIT, y se desarrolló una larga militancia que inspiró a muchos grupos. Después, en 2008, se conoció el fallo ATE contra el gobierno nacional, que marca un hito fundamental en este campo. El fallo establece que cualquier sindicato, aun uno simplemente inscripto, puede convocar a la elección de delegados. Para ser delegado no se requiere estar afiliado al sindicato con personería gremial. Este es el marco de un fuerte trabajo para ampliar la representación en la base.

   —Una materia pendiente a pesar de estos años de recuperación de la actividad gremial.

—Según una encuesta del Ministerio de Trabajo de la Nación, el 12,7% de los establecimientos tiene representaciones en los lugares de trabajo y sólo el 50% de los establecimientos con más de 200 trabajadores. Ahí hay una enorme cuenta pendiente. Si queremos construir libertad sindical en serio tenemos que empezar por el lugar de trabajo. Es la primera confrontación que tiene el trabajador con el capital. La democracia de los trabajadores comienza en esa situación de deliberación que se genera a partir de las condiciones de trabajo, salarios, etcétera. Y el ámbito natural que resuelve es la asamblea. Ese principio, esa construcción estructural del sindicalismo, hoy parece revivir porque creció el sindicalismo en términos generales. Creció el sindicalismo de clase, el sindicalismo combativo y también la burocracia sindical, en un marco en el que creció el número de puestos de trabajo y hubo modificación del patrón de acumulación. En 2003, cuando se traspasan los decretos de emergencia al salario básico potencial, se impulsa la negociación colectiva, empiezan a regenerarse los primeros conflictos y empieza a haber una transferencia del conflicto territorial al conflicto más genuino y virtuoso, que es el conflicto en fábrica. Hoy en día, la mayoría de los conflictos están en el sector privado y en el sector industrial.

   —¿El modelo consolida un piso en este sentido?

—Nosotros fuimos críticos en este período. Dijimos que ni la negociación colectiva ni las medidas adoptadas por el gobierno eran suficientes como para incluir dentro de este proceso a la totalidad de los trabajadores. Que había quedado un 50% afuera. Ahora da la sensación, por el discurso oficial, que van por los trabajadores formales. Que es la hora del ajuste en los trabajadores formales. Pero este nuevo ciclo, en el que se anuncia una crisis, encuentra al sindicalismo con bases sólidas. Porque esto no es igual a la década del 90, donde se puede arreglar con un grupo de dirigentes, la representación ahora está más ramificada. El dirigente que quiera avenirse a una propuesta del gobierno o la patronal va a tener que buscar consenso dentro de su propio sindicato. ¿De dónde va a nacer la rebelión contra el ajuste? De los lugares de trabajo. En este marco, la presentación del manual del delegado tiene el sentido de estimular la organización de base. En el congreso de la CTA se planteó el objetivo de llegar a 100 mil delegados en este país. Si no se avanza en ese nivel de representación, este tiempo de crecimiento del sindicalismo en general, va a ser desaprovechado.

   —¿La amenaza de la crisis internacional y la confrontación CGT y gobierno modificarán el mapa sindical?

—Cuando el Poder Ejecutivo, cualquiera sea, se dirige a los sindicatos peyorativamente es porque hay una acción política de la clase dominante atrás. Eso es más viejo que la humedad. La seguidilla de discursos presidenciales incluyó referencias negativas a subterráneos, tendinitis, colitis, docentes y petroleros de Santa Cruz, mensajes indirectos a Moyano y a nosotros. Es evidente que hay un plan de reacomodar la relación de fuerzas existente. Algunos están sorprendidos. A mí no me sorprende porque, ante la posibilidad de ajuste, lo primero que se busca es debiltar a la representación de la clase que se va a oponer. Por otra parte, cuando se hace referencia a la productividad, la referencia inmediata en la década del 90 es el decreto 1.334 sobre productividad, que puso fin a la negociación colectiva por actividad, la sectorizó y la convirtió en convenio colectivo por empresa. Ese decretó aniquiló la negociación colectiva, y la convirtió a la baja en la década del 90. Al mismo tiempo, desindicalizó. La otra referencia riesgosa es la de la competitividad. La ultima ronda de negociación por competitividad fue en la gestión de Cavallo, en 2001, que dejó un tendal de convenios marco pactados a la baja. En un momento en el que la clase trabajadora se estaba recoponiendo, vienen nuevos anuncios de competitividad y productividad. Siempre que hubo crisis en el capitalismo hubo realineamiento de fuerzas. Eso también se ve ahora. Y seguramente va a haber una diferenciación entre aquellos que estamos dispuestos a confrontar y quienes no tienen esa disposición, y han sido oficialistas toda su vida.

   —¿Se puede dar un escenario parecido a los 90 con organizaciones gremiales movilizandose en conjunto?

—Depende de la profundidad de la crisis. La crisis va a marcar absolutamente todo. En función de esa crisis va a haber distintos realineamientos. En la década del 90 el sindicalismo estaba más débil. Hubo un sindicalismo que se avino inmediatamente a los mandatos estatales. El concepto de la autonomía, incluso ahora, está todavía en desarrollo. Hay manifestaciones autonómicas que no son sólo de la CTA. Las últimas manifestaciones de Moyano, diciendo que quiere elección directa para renovar la CGT, son una manifestación de autonomía. Y hay otros sectores del sindicalismo que también van a ir por ahí. Los partidos de clase crecieron mucho, también. A partir de posiciones autonómicas. Ahí se va dando una nueva composición. Se ha perdido parte del miedo que se arrastraba hace 30 años. Siempre hay temor al despido, pero hoy hablar de lucha no es un tabú.

 

El Manuel del delegado.

El “Manual del delegado” es una guía jurídica elaborada por el Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), destinada a reforzar la organización en los lugares de trabajo. “Dentro de los factores que limitan la existencia de representantes genuinos de los trabajadores en los lugares de trabajo, uno de ellos es el impedimento que hace la burocracia a la hora de convocar”, señaló Horacio Meguira, director del Departamento Jurídico de esa central. El abogado subrayó que la elección de de delegados “en general”, tienen el efecto de “colocar a la clase en situación de deliberación. “En ese nivel de representación no existe el silencio absoluto y la obediencia ciega, las medidas tomadas por el empleador pueden ser por lo menos compartidas”, subrayó. En ese sentido, enfatizó que “una democracia obrera es la que delibera en todos los niveles, incluso dentro del lugar de trabajo”.

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Violaciones a la libertad sindical en Argentina.

Observatorio del Derecho Social.
Resumen y síntesis del informe.
Los cambios acontecidos en el modelo de acumulación en la Argentina, que implicaron el cambio de tendencia de muchas de las principales variables económicas y del mercado de trabajo (PBI, empleo, productividad sectorial, conflicto laboral, negociación colectiva), tuvieron un fuerte impacto en la organización y administración del conflicto por parte de los trabajadores.
Estos cambios se sumaron a diferentes procesos de lucha y organización que si bien tuvieron como epicentro las jornadas del 19 y 20 de diciembre, venían gestándose varios años antes.
Frente a esto, surgió la necesidad, por parte de los empresarios y del propio estado de reprimir e institucionalizar dicho conflicto. Muchos de estos mecanismos que obstaculizan y limitan la acción y la organización de los trabajadores son llamados por convención internacional como Violaciones a la Libertad Sindical.
Este informe que presentamos a continuación y que es parte de una descripción de largo plazo de este proceso, presenta las características que dichas violaciones a los derechos de los trabajadores asumen en el primer semestre de 2011.
En primer lugar, puede destacarse del relevamiento, que las características de las Violaciones a la Libertad Sindical acontecidas en Argentina en el primer semestre de 2011 mantienen una importante continuidad con los informes anteriores que realizamos desde 2008.
Efectivamente de las 206 denuncias relevadas, se desprende que los derechos más vulnerados en nuestro país remiten a la violación de derechos sindicales y libertades públicas, dentro de los que se destacan la persecución, el hostigamiento y las agresiones físicas a delegados y activistas gremiales (68 casos), y los actos discriminatorios y de injerencia que remiten principalmente a despidos y sanciones a delegados y activistas (68 casos).
Si bien consideramos toda violación a la libertad sindical como violación a los derechos colectivos de los trabajadores que se organizan (ya que actúan en muchos casos como disciplinamiento del colectivo en general) la característica fundamental de este informe remite a la individualización que tanto la patronal como el Estado realizan a la hora de vulnerar un derecho.
En segundo lugar, podemos observar que 145 de las denuncias relevadas (el 70%) fueron realizadas contra los trabajadores por parte de la patronal. De estos casos 112 fueron llevadas adelante por empleadores privados.
Como contracara, el sujeto más vulnerable y que más ve mermados sus derechos de asociación, es el activista y delegado de base, que organiza y articula la actividad gremial en el lugar de trabajo. Este colectivo representa el 69% de los sujetos que reciben este tipo de violaciones de derechos.
Estos activistas y delegados pertenecen principalmente a trabajadores que desarrollan su actividad en la industria manufacturera y de transporte y telecomunicaciones constituyendo 112 casos de violaciones a la libertad sindical.
Finalmente, podemos observar a partir de los datos presentados en el informe que la mayoría de las violaciones se ejerce en el marco de conflictos con la patronal (el 52% de los casos).
Por todo lo expuesto, podemos concluir que las violaciones en Argentina se realizan contra trabajadores organizados, en el plano de la empresa, en sectores de actividad centrales de la economía nacional, que emprenden conflictos asociados a mejoras salariales o a revertir arbitrariedades como suspensiones o despidos discriminatorios. La patronal, por su parte, arremete contra ellos utilizando dos tipos de mecanismos, despidiendo, sancionando a los activistas o persiguiendo y agrediéndolos físicamente.
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