Bicicleta, trabajo, consulta con el médico, caminata y ahora cena de #Halloween #FelizHalloween #HappyHalloween2017
El Gobierno, la Gendarmería, la Justicia, los Partidos Políticos y su manipulación y utilización política del caso, como así también los jóvenes dirigentes de la autodenominada RAM (Resistencia Ancestral Mapuche), deberán explicar responsabilidades. #Justicia #CasoMaldonado
Desaparición de Santiago Maldonado
Crónica de la invención de un desaparecido / #JusticiaPorSantiago / #justiciaporSantiagoMaldonado
Por Marcos Novaro, licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
¿Qué fue lo que llevó a los mapuches de RAM a mentir sobre la suerte de Santiago Maldonado y lo que había sucedido en el río Chubut el primero de agosto de este año? Ante todo seguramente su afán por victimizarse, presentar a la Gendarmería como una salvaje fuerza de ocupación que despreciaba todos sus derechos, reales o imaginarios. Algo que venía como anillo al dedo ahora que se los señalaba desde el Estado y la escena pública como un grupo violento, inclinado cada vez más sistemáticamente al terrorismo. Y también una buena dosis de indiferencia hacia ese joven huinca y su familia: finalmente no era tan «cumpa» como le habían hecho creer, se lo podía usar y desechar. El sufrimiento extra que la mentira pudiera acarrear no pareció disuadirlos.
¿Qué fue lo que llevó a los dirigentes de derechos humanos que tomaron el caso en sus manos a abrazar con fervor la tesis de la desaparición forzada y descartar de plano cualquier otra posibilidad? Ante todo, sus propias necesidades políticas. Se acercaban las elecciones y su proyecto partidario, el que creían y siguen creyendo imprescindible para seguir existiendo como actores relevantes de la vida nacional, estaba por enfrentar un desafío mortal en la figura de Cristina Kirchner candidata. Había que probar que lo que ella y sus seguidores venían diciendo, que Macri es la continuación de la dictadura por (apenas) otros medios, era cierto. Y Maldonado cayó también como anillo para esos dedos. Ver más
Ayer por primera vez cambié mi forma de votar y no lo hice por la #Izquierda, sus diputados garantizaron la #impunidad para los corruptos
Por Silvia Mercado
Busca ser cada día menos K, pero ya es demasiado tarde. Dio una sola conferencia de prensa cuando era presidente. Macri dio en 20 meses de Gobierno, más de 60.
Hace 10 años, Cristina Kirchner estaba haciendo campaña para ser presidente por primera vez. Después de los cuatro años de Néstor Kirchner al frente del Ejecutivo, dominados por la vocación de romper con la debilidad del 25% inicial a través de sus modales rústicos y paranoicos, la candidata prometía hacer foco en la calidad institucional y en los valores republicanos, moderar las ásperas aristas de su esposo en el trato con sus pares internacionales y, de paso, sostener un vínculo más normal y fluido con la prensa.
Es que Néstor nunca había dado una conferencia de prensa. No le parecía necesario. Estaba convencido de que podía tener un vínculo «con el pueblo» sin pasar por los medios de comunicación. No quería «darles ese poder». Creía que alcanzaba con las conversaciones en off que mantenía con algunos periodistas en el despacho de al lado, el de su jefe de gabinete, o en los viajes o después de algún acto.
Muchos de los que votaron a Cristina en el 2007, creyeron en su agenda de institucionalidad. Pero mintió. En sus ocho años como presidente solo aceptó una conferencia de prensa. Fue la que realizó el 2 de agosto de 2008, dos semanas después de su derrota en el Congreso donde había buscado aval legislativo para la Resolución 125. Nunca más.
Hasta que dejó el gobierno sin entregar la banda presidencial, no se animó a ninguna otra. ¿Le tendría miedo a los periodistas? ¿O le parecía que los que querían preguntar eran unos sujetos despreciables, que no merecían su atención? ¿Temía infectarse con algún virus si mantenía un diálogo libre frente a las cámaras? ¿O creía que las preguntas eran una herramienta golpista, capaz de hacer temblar a un gobierno? ¿Tanto poder le daba a las palabras? ¿Serían capaces de superar a los hechos?
El kirchnerismo nació, creció y se desarrolló sin preguntas periodísticas. Es tan extraña a la visión kirchnerista del poder la institución «conferencia de prensa» (consustancial a la democracia) que, consultado para esta nota un conocido vocero K, no podía entender de qué se le estaba hablando.
– ¿A qué te referís con conferencia de prensa? Con periodistas hablaba todos los días. Por ahí no era en un salón, todos sentaditos, prolijitos.
Podríamos decir que no hay kirchnerismo con preguntas incómodas a la vista de todos. Cuando el colega Leonardo Míndez, por entonces en el diario Clarín -hoy en Infobae-, le preguntó a Néstor, que desde el llano aceptó dos conferencias de prensa, sobre su incremento patrimonial, no le pareció pertinente: «a vos te mandó Magnetto», le dijo. Y otra vez las clausuró. Tampoco hubo más.
Esas pocas, mínimas -tres-, conferencias de prensa que Néstor y Cristina dieron en 12 años de gobierno terminaban con los aplausos de los funcionarios o militantes presentes. Incluso, muchas veces, los aplausos interrumpían las respuestas. Hasta sucedía que esos adherentes copaban las primeras filas del salón de la conferencia y quedaba poco lugar para la prensa.
Nada de esto sucedió hoy en el Instituto Patria. Cristina habló más de media hora, pero después aceptó siete preguntas. Algunas eran de periodistas militantes, pero la mayoría fueron de periodistas profesionales, K o no K. Se pudo entrar sin problemas y no hubo agresiones. Dijo varias mentiras, pero ninguna que no haya dicho antes. No se insultó a los periodistas, aunque hubiera preguntas que no gustaron. La conferencia de prensa terminó, y nadie aplaudió.
¿Argentina año verde? Algo así.
Si no fuera porque estamos hablando de un derecho, el de preguntar, que viene del siglo XIX, diríamos que hoy en el Instituto Patria se produjo una revolución, la de los que querían preguntar y fueron estigmatizados por eso, y hoy pudieron hacerlo sin problemas.
Como pudieron hacerlos los periodistas de todo el país, de todos los medios (chicos, medianos, grandes) y de todos los países interesados desde el 10 de diciembre de 2015. «Mauricio Macri dio más de 60 conferencias de prensa desde que asumió, un promedio de tres por cada mes de Gobierno», dijo un vocero de la Presidencia.
Hoy la ex presidente no habilita escupitajos a los periodistas, ni malos tratos. Apenas hizo un pucherito de fastidio cuando una pregunta no le gustó, la que hizo el colega Gonzalo Azis sobre la responsabilidad del Estado en la tragedia de Once. Ningún periodista salió del edificio sintiendo que había sido protagonista de una batalla épica, la del que quiere preguntar.
Nadie estuvo demasiado prevenido con la prensa, y hasta hubo saludos afectivos porque, en varios casos, hacía mucho, mucho tiempo que algunos dirigentes no se veían con algunos periodistas. Todo fue escandalosamente normal. A la salida, colegas discutiendo qué era lo importante, qué no, por dónde reflejar la información. Como en cualquier conferencia de prensa.
Finalmente, no era tan difícil. Diez años después de iniciar su carrera a la presidencia prometiendo calidad institucional, Cristina reclamó un proceso electoral limpio, una justicia independiente y brindó una conferencia de prensa sin preguntas digitadas. Le llevó diez años comprender qué era lo correcto. En el medio, incurrió en todos los pecados que un gobernante en democracia puede cometer.
En el lento camino a su final político, Cristina parece cada día un poco menos kirchnerista. Pero ya es demasiado tarde.