Un informe del Pentágono denuncia que un grupo de marines asesinó a 24 civiles iraquíes disparando de manera indiscriminada sobre la población, en represalia por un ataque contra un convoy de las fuerzas de ocupación, y luego falsificó documentos para simular un enfrentamiento.
El 19 de noviembre de 2005, una bomba explotó al paso de un contingente de militares estadounidenses causando la muerte del soldado Miguel Terrazas. En represalia, sus compañeros rastrearon la zona en busca de responsables y abrieron fuego de manera “metódica” e “indiscriminada”, matando a 24 civiles, entre ellos, varios niños.
Luego, previendo posibles sanciones, los responsables falsificaron la información para simular un enfrentamiento armado con milicias rebeldes, pero el Pentágono confirmó, tras extensas investigaciones, que los datos no se condicen con la realidad.
Ahora el pentágono trata de llegar a los responsables directos de ataque y busca determinar si existió una orden por parte de algún superior. Los acusados serán enjuiciados en una corte marcial, pero las penas podrían no ser superiores a los cinco años de prisión.
Fuentes del Gobierno aseguran que esta información ve la luz en el marco de una posible maniobra política del Pentágono y de parte de los servicios secretos, que buscarían la renuncia del Ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, y su reemplazo por un militar.