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Condenan a Saddam a morir en la horca

La Nación

El juicio contra el ex dictador iraquí por la matanza de chiitas; no lo ejecutarían antes de 2007

BAGDAD (AP) – Por Celina Chatruc. En un histórico veredicto que amenaza con exacerbar la violencia sectaria en Irak, el ex dictador Saddam Hussein fue condenado ayer por un tribunal de Bagdad a morir en la horca, tras ser declarado culpable de crímenes contra la humanidad durante su gobierno.

Al escuchar la sentencia, Saddam, que mantuvo una actitud desafiante durante todo el proceso, gritó, tembloroso: “¡Dios es grande!”.

El ex dictador, derrocado en 2003 durante la invasión que lideró Estados Unidos, fue condenado a muerte por considerarlo culpable de la matanza de 148 chiitas en el pueblo de Dujail, en 1982. Sus abogados anunciaron que apelarán la sentencia, por lo que la ejecución, en caso de ser ratificada, no se haría antes del año próximo.

El fallo provocó festejos en la comunidad chiita del país y promesas de venganza de grupos radicales sunnitas. El veredicto, que se conoció en momentos en que la violencia recrudece día tras día en Irak, amenaza con exacerbar los ánimos entre ambas comunidades y dar así el empujón final a una guerra civil abierta en este país.

El juicio contra el ex dictador, que comenzó en octubre de 2005, fue uno de los procesos más resonantes desde los de Nuremberg, contra miembros del régimen nazi de Adolf Hitler. La sentencia a muerte de Saddam, además, es la primera que se dicta en el siglo XXI contra un ex presidente.

Durante la audiencia de ayer, Saddam volvió a mostrar la actitud desafiante que tuvo durante los nueve meses que duró el juicio.

Irritado, el ex dictador desobedeció al juez cuando que éste le ordenó ponerse de pie para escuchar la sentencia y dos policías tuvieron que levantarlo. «¡Viva Irak! ¡Vivan los iraquíes! ¡Muerte a sus enemigos! ¡Dios es más grande que el ocupante!», dijo Saddam, antes de ser sacado a la fuerza del tribunal.

Además de la de él, también fue dictada la pena de muerte contra dos de sus más cercanos colaboradores.

Después de conocerse el veredicto, los abogados de Saddam afirmaron que el juicio había sido una «farsa» y dijeron que apelarían la sentencia.

El tribunal de apelación tiene tiempo ilimitado para revisar el caso, aunque fuentes judiciales dijeron ayer que los jueces que lo conforman tomarán la decisión en un plazo de entre uno y cinco meses. Si las sentencias son confirmadas, las ejecuciones deben realizarse en un plazo de 30 días.

Durante el proceso, Saddam expresó que, en caso de ser condenado a muerte, prefería ser fusilado y no ejecutado en la horca como «un simple criminal». La fiscalía, sin embargo, aclaró ayer que su deseo no podrá cumplirse, porque la muerte por fusilamiento puede ser ordenada únicamente por tribunales militares.

Además de Saddam, otros siete miembros de su gobierno fueron enjuiciados por la matanza de Dujail, llevada a cabo por su régimen en represalia por un intento de asesinato del entonces dictador en ese pueblo chiita. Saddam firmó las condenas a muerte de las víctimas, muchas de las cuales eran adolescentes.

El tribunal sentenció también a morir en la horca al medio hermano de Saddam y ex jefe de inteligencia de su gobierno, Barzan Ibrahim, y al ex jefe de la desaparecida Corte Revolucionaria de Irak Awad Hamed al-Bandar. El ex vicepresidente iraquí Taha Yassin Ramadan fue condenado a prisión perpetua y otros tres acusados fueron sentenciados a 15 años de prisión. Otro ex funcionario fue absuelto por falta de pruebas.

Después de conocida la sentencia, el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, hizo un llamado a la reconciliación y pidió a los seguidores de Saddam que pusieran fin a sus ataques. «Les digo a todos los remanentes del régimen anterior: el período de Saddam y su partido ha terminado, como sucedió con otros dictadores como Mussolini y Hitler», dijo Al-Maliki.

Un «hito»

Por su parte, la Casa Blanca festejó la sentencia y defendió la legalidad del tribunal que condenó a Saddam, calificado de «parcial» por varias organizaciones no gubernamentales. «El proceso a Saddam Hussein es un hito en los esfuerzos del pueblo iraquí por reemplazar el imperio de un tirano por el imperio de la ley», dijo el presidente George W. Bush (ver pág. 4).

En un indicador de las diferencias que aún dividen a Estados Unidos y al Viejo Continente en lo referente a Irak, la Unión Europea expresó su oposición a la pena de muerte (ver pág. 3).

En Irak, después de conocido el veredicto, estallaron enfrentamientos en un barrio sunnita en el norte de Bagdad, mientras en las zonas chiitas de la capital se oían disparos de celebración y la gente bailaba y cantaba en las calles.

Los festejos se extendieron a Dujail, donde sus habitantes quemaron fotos de Saddam, mientras que en la ciudad natal del ex dictador, Tikrit, cientos de sunnitas marcharon gritando: «¡Nos vengaremos por ti, Saddam!».

El ex dictador fue sometido a juicio después de que un grupo de soldados estadounidenses lo encontrara, en diciembre de 2003, en un escondite de una granja cerca de Tikrit. Habían transcurrido ocho meses desde su huida de Bagdad, provocada por el avance de las tropas norteamericanas en su país.

Otros ex líderes en el banquillo

Pinochet, Videla y Taylor están en la mira; Milosevic murió antes de ser condenado

La condena de Saddam Hussein cierra un año en el que se impulsaron las causas contra ex dictadores, que incluyó un nuevo arresto del chileno Augusto Pinochet y la anulación del indulto al argentino Rafael Videla.

Aunque se podría haber llegado mucho más lejos: si no hubiera muerto en marzo pasado, el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic podría haber sido hoy el primer jefe de Estado condenado por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio.

El «carnicero de los Balcanes» asumió su propia defensa ante un tribunal de las Naciones Unidas en el juicio por crímenes de guerra más importante desde los de Nuremberg y Tokio, que juzgaron a las figuras del régimen nazi y a criminales japoneses después de la Segunda Guerra.

Tras un proceso de cuatro años, el veredicto del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) era esperado para mediados de 2006. Milosevic podría haber sido condenado a cadena perpetua por su responsabilidad en las guerras de Croacia, Bosnia y Kosovo, que dejaron más de 250.000 muertos en los 90. Se lo acusaba de haber ordenado exterminar a miles de croatas, musulmanes y albaneses para ver nacer una «Gran Serbia».

Su muerte le ganó de mano a la Justicia. Llegó a su celda de La Haya el 11 de marzo pasado y fue presentada en forma oficial como un infarto; más fuerte sonaron las denuncias de un posible suicidio o envenenamiento.

Tres meses más tarde, otro ex presidente considerado el «Milosevic de Africa», el liberiano Charles Taylor, era trasladado a La Haya para ser juzgado por crímenes cometidos en los 90 contra el pueblo de Sierra Leona.

Primera guerra civil liberiana

Cerca de allí, la República Centroafricana fue testigo en 1987 de un juicio por traición, asesinato, canibalismo y apropiación indebida contra uno de los dictadores más brutales de Africa: Jean-Bedel Bokassa. Depuesto en 1979 por un golpe militar tras un régimen de 13 años, fue condenado a muerte cuando regresó de su exilio. La sentencia se redujo luego a 20 años de prisión y, con el retorno de la democracia, en 1993, una amnistía le dio la libertad tres años antes de su muerte.

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También el dictador comunista #Todor Zhivkov, que gobernó Bulgaria durante 35 años hasta 1989, murió en libertad en 1998 pese a que había sido condenado por abuso de poder y malversación de fondos. Fue absuelto gracias a su frágil estado de salud. Por el mismo motivo quedaron en suspenso los juicios contra Erich Honecker, jefe de Estado de la República Democrática Alemana (1971-1989), y #Suharto, que gobernó Indonesia durante 31 años.

En la Argentina, los indultos concedidos por el gobierno de Carlos Menem en 1989 y en 1990 enterraron la condena de 1985 contra los jefes de la última dictadura militar (1976-83). Pero Videla, que cumple prisión domiciliaria desde 1998, volverá a ser juzgado: su perdón fue anulado hace dos meses.

El más cruento

Tal vez el juicio más cruento haya sido el que enfrentó el rumano Nicolae Ceausescu, condenado a muerte junto con su esposa en medio de una revuelta popular anticomunista. La ejecución de ambos, en la Navidad de 1989, fue transmitida por la televisión nacional.

Son pocos los dictadores que llegaron a ver desde tan cerca la cara de la Justicia. Algunos de los más importantes murieron antes, como el ruso Joseph Stalin; el alemán Adolf Hitler; el chino Mao Tse-tung o el camboyano Pol Pot. Otros apelaron al exilio, como el ugandés #Idi Amin; el paraguayo Alfredo Stroessner o los haitianos Jean-Claude «Baby Doc» Duvalier y Raoul Cedras.

El «fin de una era» de impunidad fue anunciado en 1998 por The New York Times , luego de que el juez español Baltasar Garzón ordenó el primer arresto de Pinochet -que ya va por el quinto-, por los delitos de genocidio, terrorismo y torturas cometidos durante su régimen (1973-1990). La medida, según el periódico, provocaría «escalofríos» a los dictadores en todo el planeta.

Sin embargo, sólo la enfermedad logró sacar del poder en julio pasado al cubano a Fidel Castro, y el norcoreano Kim Jong-Il aún hace temblar al mundo con sus pruebas nucleares.

Por David Encina

Periodista

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Trabajador. Asesoría en comunicación social, comercial y política para el desarrollo de campañas. Análisis de servicios al cliente y al público. Aportes para la gestión de redes sociales con planificación estratégica.

Contacto: mencin@palermo.edu / david.encina@facebook.com / encina_david@yahoo.com.ar/ m.david.encina@gmail.com

Más información ver en David Encina V. - PRENSA.
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