- Pan American Energy invertirá este año US$ 500 millones
- Su producción de gas y petróleo subió en 2005
- Gil afirma que la situación energética es precaria, pero que se pasará el invierno
Alberto Gil es uno de esos ejecutivos que la prudencia petrolera de la Argentina actual definiría como peligrosamente sinceros. Vicepresidente de Operaciones de Pan American Energy, este ingeniero nacido hace 55 años en San Luis, aficionado a la carpintería, tiene un discurso que no se amordaza ante temas que, en una industria harto cuestionada por la Casa Rosada, provocan pavor entre muchos de sus pares.
Gil no puede creer, por ejemplo, que desde hace varios meses se piense aquí en soluciones externas para la crisis energética: el gran gasoducto que imagina el presidente Hugo Chávez o la importación de gas desde Bolivia. Sostiene, en cambio, que hay en el país potencial para hidrocarburos nuevos. «Estoy en desacuerdo con esas proyecciones de muchos de mis colegas, que llegan a la conclusión de que mañana se acaba el mundo», dice.
Pan American Energy invertirá este año 500 millones de dólares en exploración y producción de petróleo y gas, y se define a sí misma como una excepción en el mercado: sus extracciones de gas y petróleo subieron en 2005 un 9,79% y un 5,45%, respectivamente, mientras caían en toda la industria.
-¿Hay o no crisis energética?
-Bueno, a ver… La realidad es que hay cierta precariedad. En términos técnicos, podemos hablar de confiabilidad del servicio: creo que estamos en una situación de precariedad en el servicio en todo el espectro energético. Se consumieron las capacidades stand by y esto hay que revertirlo.
-¿Qué pasará este año?
-Probablemente, este invierno lo pasemos bien. Hay una capacidad hídrica interesante. Si no tenemos un invierno excesivamente frío, seguramente estaremos en condiciones de satisfacer la demanda.
-Pero, mirando al futuro, se dice que los yacimientos son maduros y no hay mucho más por encontrar en el suelo.
-La definición de yacimiento maduro es relativa. Depende del talento o la mediocridad con que se hagan las cosas. Cuanta mayor complejidad exista, hay que ser menos taxativo. La tecnología evoluciona. Nosotros estamos pasando el peine fino en donde muchos concluyeron en que no había nada. Invertimos 600 millones de dólares el año pasado, el 95% acá y en menores proporciones en Bolivia, y reemplazamos las reservas en un 100%. Yo polemizo con todos mis colegas sobre esto, en mesas de café o conferencias. La crisis de 2001 y 2002 fue una disrupción dramática, cruel, de todas las reglas de juego. Y Pan American no cambió su aproximación al negocio. Otros actores, ante la incertidumbre, reaccionaron como pudieron. Se perdió tiempo, y la pérdida de tiempo es fatal.
-¿Y ustedes no perdieron tiempo?
-Eso a nosotros no nos pasó. En el primer trimestre de 2002 negociamos más de 600 millones de dólares de contratos. Y es una falacia decir que el yacimiento Cerro Dragón justifica la diferencia: estas oportunidades existen en lugares operados por otros.
-¿Cómo es la relación del Gobierno con las petroleras?
-A ver… Primero le voy a decir cómo es la del Gobierno con Pan American: diría que excelente. Tenemos diálogos muy fluidos; tratamos de entender las motivaciones del Gobierno y de hacerle entender las nuestras. Hay un diálogo constructivo.
-Le pregunto porque nadie quiere hablar. El año pasado, un borrador de discurso en el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) generó revuelo, se corrigió y salió un texto insignificante. ¿No hay un excesivo respeto?
-No sé, no se lo puedo contestar porque no sé qué pasa con colegas de la industria. La relación es dura, complicada, por el contexto en que se da. Ambas partes tienen la responsabilidad de revisar sus posiciones. Yo soy vicepresidente de Upstream, del IAPG, y no estoy de acuerdo con muchas expresiones que algunos integrantes de la industria han dicho en conferencias, esas proyecciones lineales que llegan a la conclusión de que mañana se acaba el mundo. Esto contribuyó a deteriorar un clima de diálogo. Hay situaciones muy ríspidas, como el precio de los combustibles, pero hay que arreglarlo.
-¿Volveremos a importar petróleo?
-Si yo le dijera que sí, estaría reconociendo mi incapacidad profesional para evitarlo. Tengo que decirle que no, que hay mucho que podemos hacer para que no ocurra.
-¿Se está a tiempo?
-Por supuesto que sí, en la medida en que dejemos de pensar que la forma es encontrar otro Loma de la Lata. Hay alternativas.
-¿Más de las que se cree?
-No están agotadas las posibilidades. Estoy en profundo desacuerdo con esa idea de que todo se acabó, de que la única salida que queda es tirarnos al mar para sobrevivir. Hay mucho que hacer en el golfo San Jorge, en la cuenca austral, en Neuquén.
-Pero usted habla de pasar el peine fino, y eso se hace cuando queda poco.
-Es cierto que tenemos complejidad. La Argentina no es Medio Oriente. Pero fíjese que nuestros accionistas tienen opciones de invertir en otros lados, y nunca nos dejaron sin fondos para hacerlo acá. Si somos tan estúpidos de pensar que la solución está a 20 años vista, nos merecemos cualquier miseria en el futuro. No es así; no es así.
-¿No cree que haya posibilidades de descubrir otro Loma de la Lata?
-No sé; no sé. Ojalá. Pero ¿sabe lo que pasa? Nuestro destino no puede ni debe depender de la aleatoriedad de descubrir un Loma de la Lata. Al costado de Loma de la Lata, arriba, abajo, en posiciones análogas a las que explota Repsol, hay opciones por considerar. No sé la que opera Repsol; lo desconozco. Pero existen, por ejemplo, infinidad de opciones con lo que se llama tight gas (que requiere de una mayor tecnología para ser extraído). Claro, ese gas, en un escenario de 50 dólares por millón de BTU, no existe. Ahora, ante una opción de gas natural licuado o un gasoducto translatinoamericano, ese gas existe, es real.
-Es decir, existe a precio más alto.
-Bueno, es que en definitiva es el concepto de reserva. No se puede pensar en un concepto de reserva aislado de economicidad.
-Usted aconseja, entonces, mirar más adentro del país que afuera.
-¡Porque los tiempos nos obligan! ¡Los tiempos nos obligan! ¿Cuáles son las opciones? ¿Bolivia? Bolivia es una opción tremendamente compleja; se puede ver con mayor o menor pesimismo, pero debemos coincidir en que, desde Bolivia, no nos vendrán soluciones rápidas, ¿OK? Mucho peor, por los desafíos logísticos, económicos, técnicos, es pensar que la solución está en el gas de Venezuela. Sin entrar en un juicio de valor, yo no estudié el proyecto, pero intuitivamente pienso que, en los tiempos y después de la inversión, bueno, llegará con un valor que habría justificado, 10 años antes, desarrollos de reservas muy interesantes acá.
-¿Se puede prescindir de Venezuela?
-No; no hay que prescindir del concepto de integración energética regional. Tiene importancia geopolítica y optimiza recursos. Pero tiene que haber infraestructura: que le pase a uno un caño cerca puede decidirlo a perforar o no. Una infraestructura regional potenciaría la aparición de recursos en lugares inesperados.
-Pero son soluciones de largo plazo…
-Sí. Pero quiero extraer de este concepto de integración la necesidad de evitar asimetrías que la imposibiliten. Es muy claro que las asimetrías regulatorias impiden el desarrollo del negocio. Si suponemos que la existencia de los Andes, proyecto de gas natural licuado de por medio, derive en un gas de 7 dólares el millón de BTU, cuando en Mendoza estamos en un dólar, algo no funciona. Es muy importante tener en cuenta esto desde la óptica macroeconómica.
-Le acaba de dar un argumento a Sobisch, que pide más por regalías.
-Yo no me meto en la interna política. Pero ésta es una realidad. Nosotros no lloramos sobre la leche derramada de estas medidas, como control de precios, retenciones, situaciones de coyuntura que, mal o bien, se aplicaron para salir del incendio. Pero hay que buscar soluciones de largo plazo. Podemos hablar de Bolivia; no sé a qué precio de exportación se acordará con Evo Morales. Si quiere, le saco a Neuquén, a Mendoza, y hablamos de Tartagal con Bolivia.
-Y ahí le da la razón a Romero.
-¡Je, je! Bueno.
-Pero aquí se habla mucho del gasoducto de Venezuela.
-Mire, para mí, la realidad no es la que está en los diarios. Hay muchas semanas de mi trabajo en que el gasoducto de Venezuela ni me acuerdo de que existe. Entonces, ¡hablemos de la temperatura y la sensación térmica! Nosotros trabajamos con los sectores y el Gobierno para solucionar esto.
-Insisto: ¿debería ser a otro precio?
-Ahora tenemos un sendero que hay que reconocer que, en general, aun en un contexto complicado, se está cumpliendo. Esto nos pondría en 2007, en cuenca neuquina, en 1,60 dólares el millón de BTU, más allá del segmento residencial. Si usted me pregunta si el tight gas es desarrollable a 1,60, le digo que no. Ahora, si me pregunta: «¿No puede invertir nada a 1,60?», le contesto: «Sí, mucho, hay mucho para hacer». Claro, se podría hacer mucho más si el precio traccionara la aparición de recursos.
-¿Se podrá cumplir esta vez con las exportaciones a Chile?
-Desde Pan American, la respuesta es claramente que sí. Hicimos inversiones para poder satisfacer los contratos firmados. Si hubiera situaciones de fuerza mayor que lo imposibiliten, eso está fuera de nuestro control.
-¿Lo conforma el proyecto de ley de incentivos a la exploración?
-Es un paso en la dirección correcta. Por sí solo no es suficiente. ¿Qué falta? Y bueno, falta un ambiente de estabilidad y confianza para tomar decisiones de inversión de alto riesgo. Eso depende de un proceso, de que se cumplan los compromisos asumidos, como el sendero de precios o la mejora del diálogo con los gobiernos, nacional y provinciales. En Pan American le prestamos atención al diálogo con los gobiernos.
-¿Hay clima de inversión en el país?
-Hay clima de inversión petrolera en el mundo, y en la Argentina lo hay, asociado a cierto grado de incertidumbre en el mediano y largo plazo. Entonces, las inversiones están muy vinculadas con la posibilidad de obtener resultados rápidos. Es un círculo vicioso muy complicado, porque nosotros necesitamos consolidar un futuro previsible. Hay que lograr un conjunto entre Gobierno e industria para que los plazos se alarguen y se pongan los recursos necesarios.
Por Francisco Olivera
De la Redacción de LA NACION
Qué hizo y cómo le fue a la empresa
Caída general: según el Indec, la producción de petróleo en la Argentina cayó el año pasado el 5% en relación con 2004, y la de gas, el 1,4 por ciento.
Desempeño: Pan American Energy afirma que su producción de gas natural subió el año pasado el 9,79%. Para el petróleo, el alza fue del 5,45 por ciento.
Inversiones: la petrolera de los Bulgheroni desembolsó el año pasado 608,5 millones de dólares, y prevé hacerlo en una magnitud algo inferior este año: unos 500 millones de dólares.
Market share: Pan American Energy tiene una participación del 16,63 por ciento en el mercado del petróleo en la Argentina, y del 13,82 por ciento en el del gas natural.
Cuánto ganó: el año pasado, la petrolera obtuvo 496,6 millones de dólares en ganancias netas. Durante 2005 registró ventas por 1970,5 millones de dólares.
Recursos en el país: la firma tiene en la Argentina activos por 5491 millones de dólares, según los registros del año pasado.