Categorías
Ecología

El Gato: compañero infiel

Clarín
 
 

Adriano Ricco

conexiones@claringlobal.com.ar


En tiempos en que las estrellas de Hollywood se llenan los bolsillos de perritos cada vez más diminutos, parece oportuno reivindicar los encantos del gato doméstico. Pero dejemos de lado el Boca – River. Olvidemos por un momento la discusión acerca de si perros o gatos, pues nos quita la posibilidad que buscamos: acercarnos al mundo silencioso, displicente y distinguido de los gatos. Lo sabemos, son muchas veces imprevisibles, acaso traicioneros (si creemos que el amor se cristaliza en una devoción sin tacha), pero quienes ya nos dejamos seducir por el encanto felino, sabemos que su elegancia distante atesora el cariño de un compañero ronroneante, inteligente y a veces infiel.

Flaquitos

Probablemente los gatos de raza más populares son los siameses. Elegidos por muchos, pues se dice que son los más «caninos», y por ende sociables, de los gatos, los siameses fueron siempre especiales. Cuenta la historia de su origen que antiguamente eran muy difíciles de encontrar. Los únicos ejemplares eran obsequio del rey de Siam (ahora Tailandia) en reconocimiento de algún favor importante. Es que durante mucho tiempo la raza se mantuvo dentro de los límites del palacio, pues era el gato real de Siam. Ahora son los preferidos de muchos porteños. A los auténticos siameses se les exige ser largos. Además de su combinación característica de colores, deben ser flacos, esbeltos, de cara afinada. Un siamés con todas las de la ley cuesta entre 600 y 900 pesos.

Para los amantes de lo exótico, nada más indicado que un sphynx. No a todos les gustan, pero sin duda son gatitos diferentes (a veces los confunden con chihuahuas), de hecho existen pocos ejemplares en el mundo. No tienen pelo y aunque un poco panzones, tienden a ser flacos y con arrugas. Pueden parecer enfermizos, pero en realidad son musculosos y gozan de excelente salud, su única debilidad es el frío. Dan la impresión de caminar en el aire porque la almohadilla debajo de sus patas es más gruesa de lo común. Sin embargo merecen el mismo trato que cualquier gato, con la única particularidad de que, debido a su ausencia de pelo, es necesario bañarlos con frecuencia.

Los sphynx son un extraño fenómeno de la naturaleza, una mutación genética natural de un gato común. Sencillamente un buen día de 1966 una gata como cualquier otra en Canadá dio a luz gatitos sin pelo. Ahora son altamente apreciados. Y no es cosa de todos los días pagar por ellos, cuestan 2500 dólares (sí, aquí, en Argentina). Claro que son muy, muy sociables y para nada agresivos. Otro de señas particulares es el Cornish Rex, con su pelo rizado infinitamente suave (hasta sus bigotes se ondulan). Es producto de otra mutación genética natural. Estilizados, gracias a una posterior cruza con siameses, sus ojos redondos siempre expresan sorpresa. Cuestan 1000 pesos.

Peludos

Pero aquellos que disfrutan de la pomposidad de los gatos de pelo largo, preferirán al Persa. Ninguno más alejado de un espíritu inquieto, este es el gato de almohadón. El origen del gato persa se rastrea en el reino de Persia (ahora Irán) y Turquía. Pero en el 1700, cuando llegó a Europa, su rostro no aparecía tan chato. A causa de la manipulación genética para acortar su nariz, los pobres persas a veces tienen problemas de salud y ojitos lagrimeantes. Quien tenga un persa, deberá tener también cierta vocación de coiffeur, pues será necesario peinarlo constantemente. Estos mullidos compañeros se encuentran en criaderos a partir de los 500 pesos.

El Bosque de Noruega es una de las razas que se conservó más pura en el tiempo. La mano del hombre sólo intervino para evitar la cruza con otras especies y conservar sus características. Luego fueron seleccionados algunos ejemplares en función de su capacidad de integración al mundo doméstico. La leyenda dice que estos gatos tiraban de los trineos de los dioses, pero lo que se sabe es que, como su nombre lo indica son gatos de Noruega y más aún, su símbolo patrio. En Europa tienen numerosos seguidores. En cambio para la la Argentina es una raza nueva, los primeros ejemplares llegaron en 2000 y comenzaron a criarse hace tres años. Son gatos fuertes y saludables, de pelo semilargo y carácter amigable. Un bello ejemplar del Bosque de Noruega con todo y pedigrí cuesta aproximadamente 500 dólares.

Pero por favor, los que disfrutan de competir con el perro del vecino, a no engolosinarse con tanto gato de pedigrí, que hay algo cierto: los gatos no se exhiben en la vereda o en la plaza con sus dueños, son una joya que se oculta puertas adentro. No tanto por falta de vocación, como por el recaudo de sus amos. Sobre todo los gatos de raza, de ningún modo callejeros como sus primos hermanos, los gatitos sin pedigrí. Así que deberá estar en el carácter de aquel que elija tener un gato, cierta falta de ostentación. Los gatos no son para lucirse en la vereda.

 

Por David Encina

Periodista

Ver perfil en LinkedIn / twitter.com/DavidEncina

Trabajador. Asesoría en comunicación social, comercial y política para el desarrollo de campañas. Análisis de servicios al cliente y al público. Aportes para la gestión de redes sociales con planificación estratégica.

Contacto: mencin@palermo.edu / david.encina@facebook.com / encina_david@yahoo.com.ar/ m.david.encina@gmail.com

Más información ver en David Encina V. - PRENSA.
http://cualeslanoticia.com/prensa/

2 respuestas a «El Gato: compañero infiel»

¿Qué opinas? Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: