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POLÍTICA

El parque olvidado

Por Daniel Della Costa para LA NACION.
Circo criollo

A algunos puede haberles resultado escandaloso que, como informó LA NACION, el Parque de la Ciudad, que no funciona desde hace tres años, mantenga una planta de 419 trabajadores. Y que, además, su presupuesto haya sido incrementado de 5 a 11,5 millones de pesos (el 80% destinado a sueldos, o sea unos 1850 pesos por testa). Datos más que suficientes como para que se diga que ningún particular hubiera soportado semejante situación, que es lo mismo que afirmar que quienes sí lo hacen es porque la plata no sale de sus bolsillos.Pero qué se va a hacer: así es de mala la gente. Sin embargo, acá caben dos reflexiones para poner el tema en caja. Una sobre su pequeñez y otra sobre su costado humano. Porque frente a los casi 140.000 empleados que asisten a la ciudad y a sus ciudadanos, para que brille como debe hacerlo y éstos se sientan atendidos como reyes de baraja, los 419 de esa frustrada Disneyland son, por decir lo menos, un grano de arena en Mardel. Especialmente si se toma en cuenta que en estos últimos 30 años mientras el número de empleados no cesó de crecer, el de porteños se mantuvo tercamente debajo de los tres millones, por lo que cada vez están mejor servidos. Y lo mismo puede decirse del costo de mantener esta curiosidad urbana, ya que los 11,5 millones son menos que una gota dentro del presupuesto de 7500 millones de pesos.

Y, en segundo término, si esto puede haber dado lugar a algún quebranto menor, no estaría nada mal en fijarse en el quebranto moral y psicológico causado a quienes, víctimas también ellos de la indiferencia oficial, debieron seguir concurriendo al Parque cada día a cumplir sus ocho horas, para estar cruzados de brazos, mirándose unos a otros, viendo pasar la vida, estresados y hasta sin ánimo de cumplir con la patrona. Si bajo estas condiciones se les concedió algún aumento en sus asignaciones o se incorporó a alguien más para hacerles compañía, quién sabe si así se logró compensar el dolor causado por la tremenda frustración de verse de golpe sin tarea, condenados a larguísimas mateadas y últimamente también, a esclarecer por qué José Pekerman no puso al pibe Messi en el partido contra los tudescos.

Pero lo más grave es que esto no ha ocurrido porque faltaran oportunidades en la Ciudad. Podría habérselos sumado a la legión de los 800 guardias urbanos y contribuir, también ellos, a la importante tarea de enseñar a la gente que para cruzar la calle debe aguardar la luz verde. O incorporarlos a los siempre flacos cuerpos de inspectores, con lo que no sólo hubieran tenido la oportunidad de rendir un buen servicio, sino también de experimentar un favorable cambio de fortuna. O tenerlos en cuenta para cuando la ciudad se divida en 15 comunas, cada una con hasta 20 millones de presupuesto y la consiguiente administración para servir cumplidamente al vecino.

“Mire, maestro –dijo el reo de la cortada de San Ignacio– yo, qué quiere que le diga, dudo de que los 400 empleados del Parque vayan todos los días a laburar. Porque si fuera cierto, los gritos de los truco y retruco, de las falta envido y de los contraflor al resto se oirían hasta en Plaza de Mayo”.

Por David Encina

Periodista

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Trabajador. Asesoría en comunicación social, comercial y política para el desarrollo de campañas. Análisis de servicios al cliente y al público. Aportes para la gestión de redes sociales con planificación estratégica.

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