Un grupo de científicos descubrió que, al despertar, las personas experimentan peores efectos que si hubieran bebido en exceso. Además, confirmaron que descansar de más es peor que no dormir durante 24 horas.
El aturdimiento que, por un breve período, sigue a ocho horas de sueño profundo es tan malo o peor que una borrachera. Así lo señala un estudio sobre el funcionamiento de la memoria y el pensamiento, publicado hoy por una revista especializada estadounidense.
La revista de la Asociación Americana de Medicina (JAMA, por sus siglas en inglés) informa que un equipo de la Universidad de #Colorado en Boulder, EE.UU., encontró que al despertar después de ocho horas de sueño profundo las personas se sienten más aturdidas que cuando se les ha privado de sueño durante 24 horas.
Los investigadores recordaron que otros estudios demostraron que las deficiencias cognitivas que siguen a la privación del sueño por 24 horas son similares a los efectos de la intoxicación con alcohol. Por lo tanto, aseguran, se puede decir que el sueño profundo produce más aturdimiento que una borrachera.
Durante el período de aturdimiento, conocido como inercia del sueño, las personas que fueron sometidas al estudio mostraron una disminución de la memoria de corto plazo, de la capacidad de contar y de otras funciones cognitivas, señaló Kenneth Wright, autor principal del estudio.
Estas conclusiones tienen implicaciones para los trabajadores de la salud, la seguridad y el transporte, a quienes a menudo se les exige que presten servicios de urgencia apenas se despiertan.
«Esta es la primera vez que alguien ha cuantificado los efectos de la inercia del sueño», señaló Wright.
«Encontramos que la habilidad cognitiva de los sujetos del estudio eran peores al despertar que después de una larga privación de sueño. Aunque breves, los efectos de la inercia del sueño son tan malos o peores que los de la borrachera«, indicó el científico.
Después de observar a los individuos dormir ocho horas cada noche por un período de seis días, los investigadores los sometieron a pruebas cognitivas, tal como sumar números de dos dígitos, dijo Wright.
Los investigadores comprobaron que los individuos exhibían los efectos más graves de la inercia del sueño en los primeros tres minutos después de despertarse, agregó.
Estos efectos generalmente se disipaban después de un máximo de diez minutos, aunque a veces se podían detectar hasta dos horas más tarde, concluyeron los autores del estudio.