La distinción -publicada en el Boletín Oficial el 6 de enero de este año, con la firma del presidente Néstor Kirchner y de los ministros Aníbal Fernández y Alberto Fernández- destaca en sus fundamentos al propiciar la medida, elevados por la Secretaría de Cultura de la Presidencia, la extensa y rica trayectoria del TFA, cuyos llamados "consejos de gobierno" estuvieron integrados por relevantes figuras de nuestra historia, como Julio A. Roca, Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini, Bernardo de Irigoyen, Miguel Cané, Roque Sáenz Peña, Dardo Rocha y Luis María Campos, entre muchos más, todos activos concurrentes a sus polígonos.
Testimonio concreto del impulso que les dieron esos cuerpos directivos fue la notable reproducción de sus instalaciones en el territorio nacional, presentes actualmente en 23 provincias (en la de Buenos Aires, se las encuentra prácticamente en cada ciudad, grande o pequeña), todas con su característico lema: "Aquí se aprende a defender a la patria", inspirado, sin duda, por épocas de mayor convulsión con países limítrofes, con lo cual entonces el énfasis de la frase adquiría el sesgo de una honrosa convocatoria, o, según dice Félix Luna en un prólogo de la historia del TFA -Eudeba, 1987-, "como un preanuncio de alguna guerra gloriosa".
Pioneros de la entidad, que no pudieron haber imaginado la evolución que tendría, fueron los suizos establecidos en Entre Ríos a mediados del siglo XIX, cuando Urquiza gobernaba la provincia. Dedicados a la agricultura, su afición favorita en las pausas laborales era la práctica del tiro deportivo. Con tal pasión que, en 1859, crearon en Villa San José una especie de club específicamente para ese fin. Los torneos de tiro se pusieron de moda y, al poco tiempo, eran varias las localidades entrerrianas que imitaron la iniciativa, con la esperanza de ganar reputación en cuanto a contar con los más dotados en esa precisión para acertar en el centro de un blanco, es decir, aquello llamado puntería.
En forma creciente, el eco de ese entusiasmo ganó la Capital hasta que, en septiembre de 1891, el Círculo de Armas impulsó la creación de un Tiro Federal, que se concretó apenas dos meses después. Presidió su primer consejo de gobierno el doctor Aristóbulo del Valle, y Roque Sáenz Peña fue designado como vicepresidente.
Después de un provisional desarrollo de actividades en el Club Suizo de Belgrano, en una prolongada etapa el TFA de Buenos Aires -tal la denominación original- estuvo emplazado en Palermo, en un predio situado entre el hipódromo y la ribera. Además de los socios, allí se ejercitaban efectivos de la Guardia Nacional y tropas de la guarnición de la Capital. El 5 de noviembre de 1944 se inauguró la actual sede de Núñez, con entrada por la Avenida del Libertador al 6900. Fue construida por ingenieros del Ejército, bajo supervisión del general Domingo Martínez. Sus 17 hectáreas, la edificación de tres plantas (en el hall de la primera se destaca un imponente fresco de Quinquela Martín, titulado "Desembarco de cañones") y sus numerosos polígonos y pedanas para armas largas y cortas, de caza mayor, escopetas, etcétera, es, desde entonces, en su tipo, la estructura más importante de América latina.
El más reciente emprendimiento del Tiro Federal, en el que además se practican varios deportes, como natación, tenis, paddle, voley y bowling, ha sido su museo, abierto al público en 2002. Alberga la historia de la institución y exhibe una colección de fotografías, medallas, copas y trofeos y armas de fines del siglo XIX y principios del anterior. El reservorio se completa con una muy nutrida biblioteca especializada.
Un problema surgido con el importante conglomerado barrial que fue circundando con el tiempo al TFA, instalado en la zona cuando era poco más que un bañado, derivaba del ruido de los disparos, motivo de frecuentes quejas por parte de los vecinos. "Pero ese problema fue superado, gracias a los modernos recursos tecnológicos. Ahora, éstos son polígonos insonorizados", apunta el actual presidente, doctor Horacio Imizcoz, que agrega que la más que centenaria entidad, sin fines de lucro, cuenta hoy con 5000 asociados.
Por Willy G. Bouillon
De la Redacción de LA NACION