Las protestas, que podrían agravarse en las próximas horas, son protagonizadas por diversos grupos indígenas que mantienen bloqueadas importantes rutas de las zonas andina y amazónica desde hace diez días. Un grupo logró llegar a Quito durante el fin de semana, pero no pudo ingresar en el centro de la ciudad por el cerco policial dispuesto por las autoridades. Sin embargo, ayer lograron burlar el dispositivo y llegar hasta uno de los barrios en el extremo sur de la metrópoli, antes de ser contenidos por las fuerzas policiales, que utilizaron gases lacrimógenos.
La llamada «marcha amazónica» es apoyada por la poderosa Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Coniae), que representa al 37% de la población del país.
El gobierno, en tanto, que ayer cumplió 11 meses de gestión, acusó a distintas ONG extranjeras -a las que amenazó con la expulsión del país- de financiar la huelga para desestabilizar el país. El sábado, incluso, el presidente de la Cámara de Diputados, Wilfrido Lucero, acusó al presidente venezolano, Hugo Chávez, de aportar dinero para financiar las protestas.
El vicepresidente de la Coniae, Santiago de la Cruz, advirtió que en los próximos días «las acciones van a ser mucho más fuertes que la semana pasada en virtud de que otras organizaciones indígenas y campesinas han manifestado su voluntad de adherirse». Agregó, además, que «grupos de compañeros se han concentrando y están llegando desde las provincias para fortalecer la acción en la capital».
Los indígenas quieren realizar una «toma pacífica» de Quito y protestar frente a la sede del gobierno.