Su hermana Marianne recordó que su abuela les contaba historias de su familia y entre ellas, la de su hermano menor, que con 17 años falleció en el Titánic”.
A eso se sumó el rescate de algunos elementos del barco, desde el fondo del mar, a cargo de una empresa especializada, en el que se encontró una valija que perteneció a ese argentino.
“Allí apareció una carta que Edgardo le había escrito a su madre mientras estaba en el barco y que tenía la misma letra del escrito que figura en una postal a su amiga, que nosotros teníamos guardada como un tesoro”, explicó Marianne al diario "La Voz del Interior".
Una amiga de Edgardo, Josey Cowan, viajaba a Inglaterra junto con su madre, pero él debió embarcar días antes de que llegaran y molesto por ese desencuentro le escribía en el tercer párrafo de aquella tarjeta postal de 1912: “Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada orgulloso, pues en estos momentos desearía que el Titánica estuviera sumergido en el fondo del océano”.
Jamás hubiera imaginado Edgardo que eso efectivamente ocurriría y encontraría la muerte junto al gigantesco barco tras un choque con un inmenso iceberg, apenas cuatro días después de zarpar.
Marianne posee un museo donde está la imagen de la postal del barco que contiene el texto de la carta.
Muy cerca se ubica el carruaje que pertenecía a la dueña de la estancia El Durazno, donde Edgardo pasó su infancia y adolescencia y además, un baúl con la inscripción de la familia Andrew.
El 10 de abril de 1912 el Titánic zarpó del puerto inglés de Southampton. Era el barco más poderoso y moderno de su tiempo. Sin embargo, se hundió en su primer viaje tras un choque con un inmenso iceberg, apenas cuatro días después de zarpar.