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La simpatía de Bono no es puro cuento

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Clarín

La visita a Buenos Aires de la banda U2|El cantante irlandés firmó autógrafos durante media hora en el primer contacto con los fans argentinos

El bueno de Bono ya está en Buenos Aires y el primer día de su segunda visita porteña se lo dedicó a sus fans, uno de los pilares del fenómeno U2 en el mundo. Aún en shock por lo que provocó en el país la visita de los Rolling Stones apenas tres días antes de la llegada de los irlandeses, el juego de las diferencias y semejanzas resulta inevitable.

La banda aterrizó en Ezeiza con su jet privado bien de madrugada (viajó directamente luego del concierto en Santiago de Chile) y saludó a un puñado de seguidores que ya estaban instalados en las puertas del mismo hotel de Recoleta, donde se alojaron Jagger y compañía. Pero para los músicos ese contacto no fue suficiente y, cerca de las 17, el cantante volvió a bajar del hotel y durante casi media hora se dedicó a firmar autógrafos en papeles, remeras, banderas e incluso viejos LP de #vinilo de sus primeros años de carrera. Bono besó a las chicas, alzó a los niños y hasta fotografió a los fans que se amontonaban sobre las vallas para alcanzarle sus pequeñas cámaras digitales. Finalmente, tomó un micrófono y dijo su palabra preferida: «Gracias».

Los cuatro integrantes del grupo y su comitiva coparon 25 habitaciones del Four Seasons, pidieron para comer todo tipo de productos naturales y nada de alcohol («nada que ver con los Stones», señalaron desde la prensa del hotel).

Tras los conciertos en México, Brasil y Chile, el paso por la Argentina cerrará el tramo latinoamericano del «Vertigo Tour», que ya suma 78 shows en los Estados Unidos y 32 en Europa. En esta segunda visita (la primera fue en 1998, con el espectacular «Pop Mart Tour»), los irlandeses presentarán mañana y pasado su último trabajo, «How to Dismantle an Atomic Bomb», en el estadio de River.

Ayer por la mañana, las entradas que la productora local puso a la venta debido a la ampliación de la capacidad del estadio tras el armado final del escenario, unos 15.000 tickets, se agotaron en cuatro horas.

Por otra parte, un sitio de Internet argentino de la banda, www.U2Arg.com , convocó a todos los fans con entradas para los conciertos en Buenos Aires a que se sumaran a una iniciativa compartida con los propios músicos irlandeses. Según la información brindada por el sitio, U2 filmaría los shows en 3D HD (filmación de alta definición para tres dimensiones), para el sistema IMAX, de pantalla gigante.

«La comunidad de fans de U2 invita a aportar algo de interactividad en este espectáculo para darles a los irlandeses una bienvenida a lo grande», dicen y, entre las propuestas formuladas, se incluye «llevar papelitos para tirar cuando U2 salga a la cancha», «banderas argentinas», «encendedores y celulares para cuando toquen el tema «One»» y «carteles con la frase «los extrañamos»».

Sebastián Ramos

 
 
 
 
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MUSICA: COMO FUE EL SHOW DE U2 EN SANTIAGO DE CHILE
Entre la prédica y el rock

Por José Bellas. SANTIAGO DE CHILE. ENVIADO ESPECIAL jbellas@clarin.com|Los irlandenses dieron el domingo un gran concierto en Chile, con apelaciones sociales que incluyeron imágenes de Allende y de Michelle Bachelet.

Acaso Bono se haya dado cuenta de una o dos cosas desde que sus manos no paran de estrechar las de todos los mandatarios del mundo. Y, también acaso, lo primero que se le escucha cantar en el estadio Nacional de Santiago de Chile (Cuanto más ves menos sabés/menos descubrís mientras avanzás, de City of Blinding Lights) tenga que ver con la certeza de estar avanzando a ciegas en su titánica tarea de hacerse cargo de todos los males de este mundo.

Uno de los momentos claves en la carrera de U2 tuvo lugar a principios de los ’90, cuando cedieron a la tentación y dejaron de tomarse en serio su rol de seminaristas del rock para caer en las garras de una ironía multimedia. Así salió su indiscutible mejor álbum (Achtung Baby) y dos giras que hicieron historia: Zoo TV Tour (92-93) y Pop Mart Tour (97-98), sus respectivas formas de ver el espectáculo de la noticia y la sociedad de consumo.

Ocurrió que la situación en el planeta que habitamos Bono y varios miles de millones más ha empeorado y mucho. Y desde entonces, su campaña por hacer de este lugar algo mejor se intensificó. Esa tarea se transformó en ocupación full time. En comparación con aquellas giras de los años ’90, este show de U2 es como haber hecho un zapping entre los canales E! Entertainment y Discovery.

De deliberadamente frívolos a didácticos, entonces esta increíble pantalla del mundo nuevo (25 metros de alto y cóncava), es la gran pizarra de su urgente prédica, que resumen el título de su último disco: Cómo desmantelar una bomba atómica.

El escenario estira dos brazos en forma de pasarelas que tienden a cerrarse (aunque no lo hacen) formando una especie de semicírculo que engloba el llamado Golden Ring, al que acceden los primeros 4.000 fans. Una vez apagadas las luces, después de la fanfarria épica del tema Wake Up, de los canadienses The Arcade Fire, lo primero que se ve es la espalda de Bono ofreciendo la bandera de Chile en su campera. Después del quinto tema (New Year’s Day), el cantante se referirá a los 60 mil asistentes. «Gracias por esperarnos. Cosas buenas están pasando aquí, pero todavía falta mucho.» Luego, entre Miss Sarajevo y Pride, la pantalla reproducirá la Declaración de los Derechos Humanos, que al llegar al Artículo 5 (el que condena las torturas), provocará una encendida ovación: el estadio donde sucede el show es el mismo escenario que usó la dictadura de Pinochet para sus crímenes. Más tarde, después de una emocionante rendición de One, las imágenes como de una gigantesca máquina tragamonedas reproducirán al mismo tiempo a #Salvador Allende, la presidente electa Michelle Bachelet y las efigies de la Isla de Pascua. Y en el himno anti-bélico Sunday Bloody Sunday, aparecerá la palabra Coexista, donde la C tiene forma de media luna musulmana, la X es una estrella de David y la T una cruz cristiana.

Por supuesto, no sólo de prédica vive U2. Y, mucho menos, habría U2 sin The Edge. El guitarrista es clave en el sonido del cuarteto, cubriendo él solito toda la paleta sonora necesaria para el impacto de la banda. Su punto alto suele ser Bullet the Blue Sky, pero en los bises deslumbró tocando el charango que el sábado le había regalado un integrante del grupo folclórico local Inti Illimani. Con ese instrumento acompañó a Bono en una sentida versión de Mothers of Disappeared, tema incluido en The Joshua Tree (1987) de inequívoca dedicatoria.

Sobre el repertorio (24 temas) hay que decir que varios de sus discos (Boy, October, Zooropa y Pop), no tienen representación en la lista de temas. Lo curioso es que en la primera parte de este Vertigo Tour había llamado la atención el rescate de muchos temas de su debut (Boy, 1980), que ahora han decidido descartar. No faltaron, además, himnos como Where the Strees Have No Name, Beautiful Day, Elevation y With or Without You, donde les imprime un tímido piquito a dos chicas del público que había invitado a bailar en el tema anterior: Misterious Ways.

Ya en los bises arremeten con The Fly, donde Bono cita el estribillo del Satisfaction de The Rolling Stones. En ese momento en que coinciden las dos bandas que con una semana de distancia visitan Buenos Aires se puede reflexionar sobre lo mucho que operan para hacer más ameno a sus fans el incómodo formato de rock de estadio.

Acortando los shows, abreviando intenciones y poniendo tecnología de punta en favor de los que se amuchan, esperan y ven de lejos (o directamente no ven) su actuación, Stones & U2 han demostrado su intención de achicar distancias. Los últimos momentos tienen características de fade out, con la devocional Yahweh (la palabra hebrea que significa Dios) y la amorosa All I Want is You. Es el final de un show pletórico de salmos e himnos, con los músicos saludando con champagne desde el escenario. Como diría el poeta, casi una experiencia religiosa.

 
 
 
 
 
 
 
 
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