Clarín
GIRA MUNDIAL DE UNA BANDA LEGENDARIA: CENTENARES DE FANS LO ESPERABAN FRENTE AL HOTEL. Vino un día después que sus compañeros para pasar más tiempo en Brasil con su hijo.
Ahora sí: los legendarios Rolling Stones están en la Argentina. Con la llegada de Mick Jagger, se completó la banda que tocará esta noche en el Monumental de River Plate, en el primero de los dos shows que darán en la Argentina en el marco de la gira mundial llamada «A Bigger Band».
Los guitarristas Keith Richards y Ronnie Wood, y el baterista Charlie Watts habían antes de ayer, luego de tocar el sábado en las playas de Copacabana ante más de un millón de personas. Los tres, sus guardaespaldas y parte del equipo se instalaron en La Mansión del hotel Four Seasons, un sitio donde se puede pagar —como lo hacen por la suite presidencial— hasta 3.500 dólares más IVA por día.
Anoche a las 20.28 Jagger —quien le dijo a Clarín que el público argentino es uno de los «más excitantes del mundo»— entró al hotel con un pantalón beige y una camisa azulada. El sensual cantante había elegido quedarse en Brasil unas horas más. El domingo lo pasó en Río de Janeiro: fue al Sambódromo, estuvo en el ensayo de la escuela de samba Beija Flor y luego intentó divertirse en una discoteca de Ipanema. Pero no soportó el asedio de la gente y apenas se quedó unos minutos.
Jagger sorprendió ayer a medio mundo cuando ordenó al avión privado que lo traslada que se dirigiera al aeropuerto de Congonhas, en San Pablo. Una vez allí, fue a la escuela Saint Paul, donde estudia su hijo Lucas, fruto de un affaire con la modelo brasileña Luciana Giménez. Papá Jagger se interesó por cómo marcha en la escuela su hijo de 6 años.
Cumplido su deber de padre, Jagger embarcó rumbo a Buenos Aires. En la calle Posadas al 1000 lo esperaban unos 300 fans. Algunos, históricos. Como Luis Duarte, más conocido en Merlo como «Jagger». El muchacho, de 25 años, era un pibe cuando los Stones vinieron en 1998 a presentar el disco «Bridges to Babylon» (la primera vez fue en 1995). Entonces, sin trabajo, tenía una novia embarazada. Ahora es artesano, teje pulseras, está solo y es el padre de un niño al que llamó Brian, por Brian Jones, el temprano integrante de la banda que apareció muerto en una pileta en 1969.
Aquella vez, Duarte logró entrar a la sala de prensa. Cuando vio a Ronnie Wood, se arrodilló llorando. El guitarrista se le acercó y lo abrazó. Duarte conserva los recortes de prensa de aquel día. Sus frases de cabecera: «Los Stones son mi vida»; «Rolinga se nace, no se hace». Así se entiende mejor cómo hizo para juntar el dinero para comprar la entrada: «Comía una sola vez por día y dejé de fumar».
Mientras el «Jagger» de Merlo hablaba, Richards, Woods y Watts jugaban a las escondidas en una suerte de balcón de cara a la piscina de La Mansión, sentados alrededor de una mesa y más o menos protegidos de los ojos curiosos por una cortina de mimbre. En un momento se asomaron los tres juntos y asombraron a los que estaban en la calle cuando apuntaron sus celulares-cámaras de fotos al unísono. Los fans, al verse retratados por sus ídolos, sentían morirse. En otra de las apariciones fugaces se lo vio a Richard sosteniendo con su mano izquierda una guitarra.
Entre la gente había algunos que no eran tan fanáticos. Y en el medio de los «rolingas», una nena se distinguía. Fabiana, de 8 años, en su #silla de ruedas acompañada por su padre, Humberto Quevedo. Adonde hay un famoso, ellos van. Su libro de fotos la muestra junto a Robbie Williams, Chayanne, Ricky Martin, Con Martin tiene la gran anécdota. Como el boricua le vio su silla en no muy buenas condiciones, le envió una nueva a su casa. No espera un gesto así de los Stones, pero anoche tenía esperanzas de conseguir, al menos, la foto.