UN GESTO EN MEDIO DE LA FRIALDAD DE LA RELACION CON LONDRES

Natasha Niebieskikwiat.
natashan@clarin.com

Varias veces antes soldados británicos y argentinos que combatieron en las Malvinas se encontraron para llorar el pasado y mostrar que quienes ejecutaron la guerra podían darse la mano en tiempos de paz. Pero ayer fue la primera vez en la historia posbélica que un buque de la armada real inglesa, el HMS Endurance, entró en Ushuaia, capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

El encuentro tuvo otro correlato histórico, y es que la tripulación del rompehielos militar británico y ex combatientes realizaron un homenaje conjunto a los caídos en la guerra angloargentina de 1982 alrededor del monumento que se alza allí, sobre la costera Plaza Malvinas Argentinas.

El gesto compartido cobra más importancia aún en medio de la gélida brisa que circula entre los gobiernos del Reino Unido y Argentina precisamente a raíz de las fuertes diferencias bilaterales por el manejo de los isleños —con el aval de Londres— en torno a temas de comunicaciones, pesca y petróleo en Malvinas.

Aunque desde el Gobierno no hubo comentario alguno sobre el acto, del que sí participó personal de la embajada británica en Buenos Aires, la recalada del buque en el puerto de Ushuaia —el barco está en su campaña antártica anual— contó sin embargo con el aval de la administraciones nacional y provincial, informó en diálogo telefónico con Clarín Carlos Bonetti, del Centro de ex combatientes de Malvinas, de la capital fueguina.

Hubo sí algunas discrepancias locales en torno a la entrada del barco y al acto, del que participaron —además de los combatientes— el comandante del Endurance, Nick Lambert, y por la comandancia del Area Naval Austral de Argentina, el contraalmirante Guillermo Estévez, más autoridades de la provincia|#almirante

A la ceremonia se opusieron los ex combatientes de Río Grande y un grupo de bomberos de Ushuaia. A su vez, durante la colocación de la ofrenda floral conjunta en el monumento, que contó con escasa participación ciudadana, un hombre se apareció en medio del acto portando una cartulina con la leyenda: «Piratas asesinos, fuera ingleses de Malvinas y de Irak«.

El HMS Endurance tiene una historia curiosa. Por empezar, es la continuación del viejo Endurance, que sí tuvo una activa participación en la guerra de Malvinas, y que luego fue puesto fuera de circulación. Este último se utilizó para desalojar a los argentinos apostados durante el conflicto en las Georgias, y que fueron llevados hacia la isla Ascensión, una ex colonia británica, devenida en territorio de ultramar.

En un episodio casi desconocido, el nuevo Endurance —que Londres le compró a Noruega en 1991— ya había intentado a entrar a Ushuaia, durante su campaña antártica de 1998. Pero, según cuentan en Tierra del Fuego, coincidió con un 3 de enero, aniversario de la ocupación británica de las islas que comenzó en 1833. Entonces, fueron tal las amenazas y el repudio de la población de la ciudad, que las autoridades locales informaron a las nacionales que no había garantías de seguridad para el buque y su tripulación. Entonces, el barco fue desviado hacia Mar del Plata, donde volvió a estar varias veces. En marzo de este año, también recalará en Buenos Aires.

«¿Por qué esta vez sí y en 1998 no?» se preguntó Bonetti. «Porque la situación es muy distinta», contestó antes de enumerar que, el buque está en campaña antártica, interactuando con científicos argentinos, compartiendo información a su vez con el centro austral de investigaciones científicas de Ushuaia, evaluando el impacto ambiental del turismo en la Antártida. «¿A qué causa sirve la oposición? ¿Nos sirve para llegar a un entendimiento por el diferendo que tenemos y que le hicimos saber a la embajada británica y a la tripulación del buque? No.». Bonetti aseguró que no querían tener una postura intransigente, sino «capitalizar ésto» en favor de su causa.