Secretariado Nacional del PTS
(Partido de los Trabajadores Socialistas)
Los trabajadores tenemos que luchar por nuestras propias demandas y buscar la unidad con los peones rurales y los pequeños chacareros
El discurso de Cristina Fernández Kirchner incentivó la ira de los propietarios del campo que realizan medidas hace ya 14 días contra la implementación del sistema de retenciones móviles. Con el endurecimiento de la protesta en el campo y las protagonizadas por los sectores de las clases medias urbanas en las grandes ciudades (afines a la oposición política burguesa, ya sea de Macri, Carrió o Binner), estamos hoy ante una importante crisis política, a poco más de cumplirse cien días de la asunción del nuevo gobierno.
La hipocresía del discurso gubernamental no tiene límites. La suba de las retenciones no está destinada mejorar la "distribución de la riqueza" en beneficio de los trabajadores como sostiene la presidenta. Los millones de dólares que recaudó el Estado nacional desde que asumieron los Kirchner no fueron para darles leche y alimento a los millones de pibes que están bajo el nivel de pobreza, para un plan nacional de obras públicas al servicio del pueblo pobre, para un seguro universal para todos los desocupados, para darles una remuneración digna a los jubilados, para una salud y educación públicas acordes con las necesidades populares. Hoy, a cinco años de la asunción del gobierno de los Kirchner, más del 40% de los trabajadores que trabajan en negro –muchas veces más de 12 horas diarias– con un salario promedio de 800 pesos.
Gran parte de los miles de millones de dólares recaudados por retenciones el gobierno los tiene en las arcas del Banco Central como garantía para el pago de la fraudulenta deuda externa, que lejos del “desendeudamiento” pregonado por el gobierno ha continuado en aumento. Otros tantos son manejados discrecionalmente para garantizar la pleitesía de intendentes y gobernadores mediante "obras públicas" realizadas por empresarios amigos del poder central y también para subsidios millonarios para lograr la ganancia de los dueños de los transportes colectivos de pasajeros y las concesionarias de los maltrechos ferrocarriles urbanos. Y, no menos importante, para aumentar las ganancias de los grandes industriales. No casualmente la UIA es hoy uno de los principales sostenes de la política gubernamental.
En tanto, es verdad que los grandes terratenientes, junto con los grupos del agro-business (como Los Grobo) y las cerealeras y aceiteras (Aceites General Deheza, Cargill, Bunge, Dreyfuss, etc.) y grandes frigoríficos exportadores, fueron -y son- los más beneficiados en los últimos años, gracias a la política económica de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y en detrimento de las necesidades del pueblo trabajador de la ciudad y el campo. Bajo sus gobiernos continuó el proceso de concentración de la propiedad y la tenencia de la tierra, así como la brutal explotación del peón rural, de los cuales un 75% trabaja en negro.
Lamentablemente, los dirigentes de la Federación Agraria (FAA), la entidad que nuclea a los pequeños productores, se encuentran hoy aliados a los representantes de la gran oligarquía agrupados en la Sociedad Rural Argentina, los mismos que fueron los grandes impulsores del golpe del ’76 y se beneficiaron con la política económica de la dictadura, luego con el menemismo y hoy con la política kichnerista de la devaluación del peso y del salario obrero. Esta oligarquía es socia de las grandes multinacionales agropecuarias como Monsanto o Nidera y de los grupos capitalistas que arriendan los pequeños y medianos campos para explotarlos. Son parte de los pulpos que, en detrimento del pequeño productor, en los últimos quince años se quedaron con la tenencia de casi ocho millones de hectáreas adicionales.
Las expresiones de rechazo a la política del gobierno por parte de los pequeños productores que se están sucediendo por todo el país, al darse tras la consigna indiferenciada de “no a las retenciones” que sostienen en común la FAA, CRA, CONINAGRO y la SRA, favorecen a los grandes terratenientes y los exportadores que aún hoy continúan haciendo su agosto.
Por su parte, como señalamos, esta vez la protesta en el campo y los pueblos del interior se vio acompañada por cacerolazos y manifestaciones que se dieron en ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Rosario, donde el reclamo agrario actuó como catalizador del descontento político de sectores de las clases medias urbanas –en particular las más acomodadas.
Los grupos encabezados por Luis D’Elía, Emilio Pérsico y compañía, han dicho que “recuperaron” la Plaza de Mayo contra "los golpistas de Recoleta, Barrio Norte y Belgrano". Lo mismo sucedió con un grupo nucleado en "Libres del Sur" en Rosario. Pero su accionar sostiene una política gubernamental que defiende los intereses de la misma clase social que organizó el golpe militar del 24 de marzo de 1976, cuya continuidad se sufre, entre otras, en la ley que HOY –después de más de cuatro años de estar los Kirchner en el gobierno- rige a los trabajadores rurales, redactada por Videla y Martínez de Hoz. En cinco años, el gobierno K, nunca intentó derogar esta Ley, la 22.248, impuesta por la dictadura genocida.
Los trabajadores tenemos que intervenir en la crisis con nuestras propias demandas y buscar la unidad con los peones rurales y los pequeños chacareros
Para la clase trabajadora se trata de aprovechar la actual crisis para poner al frente y salir a luchar por sus propias demandas y reclamos. Hay que enfrentar los despidos y apoyar con todo a los que están luchando, como en la textil Mafissa, que ya lleva 120 días de conflicto. Hay que exigir un salario equivalente al costo de la canasta familiar y una cláusula de aumento gatillo según el incremento de la inflación de los productos de la canasta básica, a partir de la medición hecha por los trabajadores del INDEC. Hay que elegir delegados paritarios en asamblea para la discusión de aumentos salariales y terminar con los convenios flexibilizadores impuestos en los ’90. Hay que derogar la nefasta ley del menemismo que implementó las ART y provocó el aumento de las muertes y accidentes en el lugar de trabajo. Hay que terminar con la superexplotación que significa el trabajo en negro.
Al contrario de lo que hace la nefasta burocracia sindical encabezada por Moyano, transformada en fuerza del choque del gobierno, y la dirección de UATRE, que quiere poner a los peones rurales detrás de las demandas de los grandes terratenientes, hay que romper la lógica de un conflicto del “campo” contra la “ciudad” que beneficia a la vez a la oligarquía y al gobierno. Los trabajadores de las ciudades debemos levantar un programa para unirnos en primer lugar con los peones rurales, nuestros hermanos explotados del campo. Y también debemos buscar una alianza con los chacareros pobres, exigiendo a la Federación Agraria la ruptura de su actual alianza con la Sociedad Rural.
Para lograr esto demandamos:
• Derogación de la ley videlista 22.248 y toda la normativa que esclaviza a los trabajadores del campo. Plena libertad de organización para los trabajadores.
• No al aumento de las retenciones a los pequeños chacareros. Impuestos progresivos a los grandes propietarios y productores. Expropiación inmediata de los 1000 grandes propietarios agrícolas que poseen en conjunto 35 millones de hectáreas.
• Expropiación de los grandes monopolios exportadores. Monopolio nacional del comercio exterior para evitar que se especulen con los precios internacionales, que los pequeños productores perciban un precio acorde con sus necesidades y que el pueblo trabajador pueda adquirir alimentos a precios accesibles.
• Estatización, bajo el control obrero, de semillas, agroquímicos y fertilizantes.
• Expropiación inmediata y sin indemnización de los acaparadores de carne, aceites, harinas y azúcar.
Declaración del nuevo MAS ( Movimiento al Socialismo)
http://www.mas.org.ar/en_el_pais/080326_declaracion_mas_ni_k_ni_sra.htm
Ni con el gobierno K, ni con la Sociedad Rural
El paro del campo ha terminando abriendo una seria crisis política en el gobierno de Cristina Kirchner. Es, de lejos, la más importante desde que asumió. Ayer por la noche (martes 25/3) todo el mundo pudo ver los cacerolazos que ocurrieron en algunos barrios y ciudades del país en respuesta a su discurso. En esta Capital, los realizados en Recoleta, Belgrano, Caballito y Olivos fueron los que marcaron el tono social conservador de los mismos. Si bien en otros casos –y en los mismos cortes de ruta del interior– la composición de los “caceroleros” es más contradictoria, no puede haber dudas que la reacción provino, mayoritariamente, de sectores más o menos acomodados.
El gobierno K es el responsable
Sin embargo, el responsable político directo de toda esta situación no es otro que el propio gobierno K. Es que, en todos estos años, no ha movido un solo dedo para atacar el monopolio de la propiedad y la renta agraria en manos de los grandes pulpos del campo. Los grandes ganaderos y los dueños de los grandes tambos quieren más subsidios. Los poderosos del sector agrícola, como los monopolios de la soja, quieren regatear el porcentaje de las retenciones. Es una pelea entre tiburones: el gobierno y el sector agrícola más acomodado que está comandando una medida de fuerza que, por su programa, termina siendo reaccionaria. Lo que se disputa es el reparto de la renta agraria extraordinaria, más allá de que el gobierno pretenda aparecer como “el representante de la población afectada por la brutal escalada de los precios”.
La FAA deber romper con la Sociedad Rural
En estas condiciones, los pequeños y medianos productores (como los de la Federación Agraria Argentina), han sido arrastrados por las organizaciones de esos grandes pulpos (como la Sociedad Rural) detrás de un programa (la disminución indiscriminada de las retenciones), que tendría consecuencias muy graves para los trabajadores y el pueblo. Se produciría un salto brutal en los precios de los alimentos de mayor consumo popular.
Este es el hecho: los pequeños y medianos productores están poniendo el número en los cortes, detrás de un programa que monopoliza la oligárquica Sociedad Rural.
¿Qué hace, entonces, una entidad como la Federación Agraria Argentina –que se reivindica de los pequeños y medianos productores– a la rastra de los intereses de los grandes tiburones del campo? Es que de la mano de los grandes capitalistas, pools y terratenientes agrarios, no hay como defender un programa contra la “concentración de la tierra”. La FAA se ha equivocado de aliado. Por esa vía, en su lucha contra el gobierno K, va a un callejón sin salida.
Por el contrario, la FAA debería tender un puente hacia los sectores obreros y populares, rompiendo el desacertado frente único que mantiene con la SRA y la CRA, y que sólo favorece a ellas.
El campo no es homogéneo
Claro que nada de esto quita las responsabilidades del gobierno K y su infame política agraria. La realidad es que ha dejado correr o, mejor dicho, ha alentado la concentración agraria, llevando a la ruina al pequeño productor y engordando más que nunca a los pulpos del “agronegocio”. Esta concentración cada vez mayor, hace que las retenciones indiscriminadas afecten de lleno al pequeño propietario, entregándolo atado de pies y manos a los grandes patrones del campo.
Es que, “paradójicamente”, el gobierno K –como en otros terrenos de la economía nacional– venía siendo en el campo el representante político de grandes capitalistas. En este caso, de grandes empresarios agrarios sojeros como los Grobocopatel. Estos monopolistas sojeros eran conocido por su afinidad con el gobierno K (e, incluso, con Hugo Chávez en Venezuela), aunque ahora el aumento de las retenciones acabó con esa prolongada luna de miel.
Por eso, y siguiendo una lógica de clase clásica en este tipo de gobiernos “progresistas”, en su discurso, a Cristina K, ni se le ocurrió diferenciar dentro de la situación del campo a los pequeños productores y multimillonarios como los Grobocopatel. El gobierno K es así responsable de que los pequeños hayan corrido –equivocadamente- a abrazarse con la Sociedad Rural Argentina.
La disminución indiscriminada de las retenciones aumentaran aun más la inflación
Otro elemento contradictorio es cómo está cayendo el paro del campo y los cacerolazos entre la población trabajadora. En primera instancia, ha habido una primera reacción de simpatía.
Aquí se han combinado dos factores. Por un lado, ha decantado una bronca creciente contra el gobierno de Cristina K, que viene descargando golpes inflacionarios y poniendo topes salariales miserables ( y en muchos casos a palos!) sobre los trabajadores. A muchos les molesta la arrogancia de Cristina K y el carácter manifiestamente patronal que expresa su personalidad.
Otro hecho importante es qué todavía, entre la población trabajadora, no hay ninguna claridad sobre las consecuencias que tendría una reducción indiscriminada de las retenciones. La gran mayoría no sabe que se produciría un aumento en las mismas proporciones de los precios de la canasta básica. Tampoco la gente trabajadora tiene claro que los que conducen el paro agrario, son oligarcas, terratenientes y capitalistas tanto o más antiobreros y antipopulares que el propio gobierno K. La conveniente pantalla de los pequeños productores cortando las rutas, ha producido esa peligrosa confusión.
Aumenta la bronca de la población trabajadora con el gobierno K
Es en este marco donde, precisamente, se inscribe el discurso de Cristina K: el mismo cayó muy mal entre sectores mayoritarios de la población. ¿Por qué ha ocurrido esto si apareció como un discurso “progresista”?
Es que no solo hay hartazgo del creciente estilo soberbio y patoteril del gobierno K (no olvidar, repetimos, la cuestión de las patotas contra las huelgas de trabajadores como la reciente del Casino).
También está el hecho de que en su discurso, Cristina K, no tuvo un solo párrafo dedicado a los pequeños productores. Atacó al “campo” en general, como si fuera una entidad indiferenciada donde todos son “ricos”, cuando todo el mundo sabe que hay allí un arcoiris de situaciones muy distintas. Es que, contradictoriamente y por una lógica de clase, el gobierno no puede ir contra aquellos que –en el fondo- son los que le dan de comer: el pool sojero y demás grandes propietarios agrarios.
Un programa obrero y popular
Dirigentes como D’Elía, Depetris y otros han salido a movilizar contra los cacerolazos. Estos sectores K pretenden hacer su repudio al paro del campo desde una ubicación de defensa cerrada, total e incondicional del gobierno.
No es eso lo que se necesita. Es que los problemas de los pequeños y medianos productores son reales. Y es también una realidad que el gobierno que ahora sufre el paro agrario, no tomó una sola medida contra el proceso de brutal concentración de la tierra y la renta agraria, en todos estos años.
No es alineándose entonces con el gobierno K como se podrá dar una salida, tanto a los problemas de estos productores, como a la escalada de los precios y el desabastecimiento que se comienza a notar en carnicerías y verdulerías.
Hasta el momento, desde la izquierda obrera y socialista no hemos logrado ponernos de acuerdo en un curso de acción común frente a la crisis que se ha abierto. Hay una necesidad impostergable de poner en pié un polo de crítica al gobierno K pero desde la izquierda y los trabajadores saliendo a las calles con una posición de clase e independiente delimitado tajantemente tanto del mismo gobierno como del paro agrario tal cual es hoy.
Porque lo que hace falta es impulsar incondicionalmente las luchas obreras contra la carestía de la vida, la esclavitud laboral, la miseria salarial y el techo salarial del gobierno K, la CGT y la CTA, así como la unidad de estos con los pequeños productores agrarios que rompan con la Sociedad Rural. Esto en la vía de impulsar las siguientes medidas:
1) Incondicional apoyo a las luchas de los trabajadores por aumento de salarios y condiciones de trabajo. Contra el techo salarial K, por paritarios electos en asamblea.
2) Impuestos progresivos y retenciones diferenciales para los grandes propietarios, acopiadores y comercializadores del campo al tiempo que se ponen en marcha créditos baratos para los pequeños propietarios.
3) Control obrero y popular de precios y abastecimientos de los productos de primera necesidad.
4) Puesta en pié de un monopolio del comercio exterior bajo control de las organizaciones obreras y populares.
5) Expropiación sin pago de los grandes capitalistas del campo que se atrevan a acaparar y / o producir desabastecimiento en las ciudades.
En definitiva, un programa obrero y popular que apoye de manera incondicional las luchas obreras, liquide la gran propiedad agraria, de pasos en la socialización de la producción agraria y logre unificar a los pequeños productores con los trabajadores y el pueblo independientemente tanto del gobierno K como de la Sociedad Rural.
http://www.po.org.ar/node/13568
ANTE LA CRISIS COMPLETA DEL REGIMEN:
LA SALIDA ES OBRERA Y SOCIALISTA
El Partido Obrero destaca, en esta crisis, el derrumbe completo de la política económica oficial, que es también una expresión de la crisis capitalista mundial.
El gobierno kirchnerista acabará cediendo en toda la línea a las exigencias de los grandes intereses agrarios.
La salida a este derrumbe no pasa por tomar partido por cuál sector capitalista se queda con el fruto del trabajo de la clase obrera y de los productores independientes.
Pasa por impulsar la nacionalización de la gran propiedad agraria y su arrendamiento a los chacareros necesitados de tierra y al servicio del poblamiento agrario, o por la explotación pública directa por los obreros del campo.
Pasa por la nacionalización del comercio exterior y por sobre todo de los puertos privados (por donde los grandes pulpos contrabandean la exportación sin pagar retenciones), bajo control de productores y obreros, para asegurar que los beneficios de la producción sirvan a la industrialización agraria y a superar las grandes carencias sociales.
Cristina Kirchner ha logrado con su discurso del martes lo que solamente De la Rúa había conseguido antes de ella: suscitar una rebelión popular.
La Presidenta ataca el paro de los grandes pulpos y pequeños y medianos productores agropecuarios desde la ‘caja’ de De Vido, los fondos de Santa Cruz, la reprivatización de YPF y la creciente entrega del petróleo; desde los sobreprecios de Skanska, la 4×4 que Varizat tiró contra los docentes de su provincia y el pago de la deuda externa con la plata de la Anses; desde una inflación imparable, techos salariales y, por último, desde las patotas de la burocracia que ella ungió como sus aliadas, que van al ataque de los trabajadores que luchan, o desde los piquetruchos como D’Elía, que encubren las fechorías del oficialismo.
El paro agropecuario expresa el agotamiento definitivo de la política de devaluación monetaria, que según la misma Presidenta enriqueció a los grandes exportadores.
Pero no sólo a los agrarios, sino también a los automotrices, mineros, petroleros y siderúrgicos.
Y no sólo a ellos, sino a los punteros del oficialismo que manejan los subsidios del transporte, del gas, de la luz y de los grandes negociados de obras públicas.
Ahora estamos ante una lucha por el reparto de la renta económica entre diversos sectores capitalistas, cuyas consecuencias las paga el pueblo con carestía y superexplotación.
La Federación Agraria Argentina e incluso muchos chacareros autoconvocados han desvirtuado el carácter independiente de su lucha al aliarse con la Sociedad Rural y con los pulpos agrofinancieros, que serán los mayores beneficiarios de la reivindicación de suspender los aumentos de las retenciones a las exportaciones.
Los pulpos y los terratenientes tienen valuaciones fiscales irrisorias, que han conservado hasta el presente gracias a los Kirchner, los Scioli, los Schiaretti o los Binner.
La oligarquía está presente en los dos lados de la trinchera: los kirchneristas Cresud, Werthein, Urquía, Grobocopatel son grandes latifundistas y agroexportadores.
La Sociedad Rural y los grandes bancos sustentan, en América Latina, la ofensiva de Bush contra los procesos populares o de liberación nacional.
El componente popular de los cortes de ruta agrarios está desnaturalizado por la dirección política y los reclamos del movimiento: bajar las retenciones, que son los de la gran propiedad capitalista agraria.
Se ha abierto una crisis de largo alcance, económica, pero por sobre todo, política. El nacionalismo burgués concluye en un fracaso. El gobierno matrimonial está definitivamente hipotecado. Impulsemos una alternativa obrera y socialista.
http://www.pcce.com.ar/Paremos%20a%20los%20ricos%20del%20campo.html
PAREMOS A LOS RICOS DEL CAMPO Y AL DESABASTECIMIENTO GOLPISTA
Beneficiados por elevada rentabilidad y ganancias, los sectores representados por la Sociedad Rural realizan un paro con cortes de ruta y “piquetes de la abundancia” procurando generar desabastecimiento y malestar en la población. Siembran confusión (…)
(…) los principales tributistas siguen siendo los trabajadores, sean ocupados, desocupados o en negro, muchos de ellos trabajadores rurales, mediante el pago del IVA cuando se compra cualquier producto de primera necesidad.
Quieren contraponer a la población de las ciudades con las de zonas agrarias y del interior del país, con “cacerolazos” y otras manifestaciones, amplificadas por los grandes medios. Hace falta profundizar el rumbo. Diferenciar políticas para pequeños y medianos productores y reconstruir organismos de control e intervención estatal.
A 32 años del golpe de estado que impulsó la oligarquía, el gran capital y el imperialismo, millones de hombres y mujeres se movilizaron por la memoria, por la verdad y la justicia. Tanta lucha no fue en vano.
La divisoria de aguas debe estar clara: Imperialismo y oligarquía de un lado. Pueblo Argentino del otro.
Afiche del Movimiento Libres del Sur
http://libresdelsur.org.ar/index.php
NO AL LOCK OUT AGRARIO, ANTIPOPULAR Y ANTISOLIDARIO
Ante el desarrollo de este lock out patronal en beneficio de unos pocos sectores que se quieren quedar con las extraordinarias ganancias que hoy nuestro país obtiene merced a la renta agraria, los abajo firmantes decidimos expresar nuestro absoluto repudio a las mezquinas intenciones de aquellos que, faltándole el respeto a la ciudadanía argentina, están llevando a cabo medidas de fuerza que perjudican al conjunto de nuestra población, poniendo a un país que puede alimentar a cuatrocientos millones de personas al borde del desabastecimiento, con el impacto que esta situación tiene especialmente en los sectores mas humildes de nuestro pueblo.
Frente a esta grave decisión de quienes históricamente sostuvieron modelos antipopulares, y en muchos casos procesos dictatoriales, es nuestro interés también diferenciar con claridad a los actores del campo que son dueños de millones de hectáreas, de aquellos pequeños productores que son utilizados intencionalmente y de los trabajadores rurales, los peor pagos del país y los mas precarizados.
Hemos decidido por lo tanto, comenzar una campaña de concientizaciòn que difunda y comunique a nuestra población algunas verdades de este proceso, hoy escondidas intencionalmente por los mentores de esta medida de fuerza, como lo son:
Que en año 2002 cuando se salió de la paridad cambiaria 1 dólar = 1 Peso llegando a valer hasta $ 4 el dólar los sectores del campo mediante las exportaciones cuadruplicaron sus ingresos.
Que al mismo tiempo los sectores de ingresos fijos, asalariados, desocupados, etc. sufrieron una pérdida abismal de su poder adquisitivo.
Que las deudas e hipotecas que tenía el sector agropecuario se pesificaron es decir si debían 100 mil dólares pasaron a deber 100 mil pesos pero sus ingresos al ser en dólares les permitió salir del quebranto en que estaban y licuar sus pasivos.
Que en estos últimos años el valor de la tierra se quintuplicó.
Que el gobierno nacional con el dinero de todos los argentinos sostiene el dólar en $3 -en lugar de dejarlo caer como ocurre por ejemplo en Brasil- beneficiando al los sectores agropecuarios.
Que el estado (es decir todos nosotros) paga el SENASA, las rutas, subsidia el gasoil, etc.,
Que de seguir aumentando las ganancias del sector sojero se dejará de cultivar otros cereales indispensables como el trigo, maíz, como así también productos frutihortícolas. Además de reducirse las existencias de la ganadería y los tambos lo cual llevará ineludiblemente al aumento de los alimentos que consumimos todos los argentinos. Sin contar del daño al medio ambiente que esto provocaría.
Una respuesta a «Ni con el gobierno ni con la oligarquía»
[…] Ni con el gobierno ni con la oligarquía […]