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Unas 200 personas murieron al explotar un oleoducto de la Compañía Nacional Petrolera de Nigeria (NNPC), cuando la multitud intentaba robar petróleo crudo a través de un agujero en el caño maestro.
Como sería práctica habitual en la región, dos centenares de personas del poblado de Ilado, a unos 50 kilómetros de la Capital, Lagos, retiraron la arena que protegía el ducto y le practicaron un agujero para extraer petróleo.
En ese momento, se produjo una combustión por causas aún desconocidas y la explosión, que provocó la muerte inmediata de la mayoría de las víctimas. Muchos otros, perecieron carbonizados mientras corrían al mar escapando de las llamas.
Mientras las fuerzas de seguridad lograban tapar la fuga de combustible y controlar las llamas, las autoridades ordenaron enterrar los cuerpos en fosas comunes para evitar una crisis sanitaria. “Decidimos enterrarlos en una tumba colectiva porque nadie puede reconocerlos, ni siquiera los familiares pueden identificarlos”, explicó Tola Kasali, Comisionado de Salud de Lagos.