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PATRIMONIO URBANO

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Clarín

Recuperan la Galería Güemes con su estilo original de 1915

 

Ya puede verse una de las históricas cúpulas del edificio de Florida 165. El lugar es un símbolo de la Ciudad, que diariamente recorren 25.000 personas.

Elena Peralta.

eperalta@clarin.com

Fue el primer rascacielos de Buenos Aires y un mosaico de sus tentaciones. Durante años, también fue el mejor lugar para saciarlas. Cabaret, shopping y hasta cine condicionado, una miniciudad que hoy cumple 90 años y de vuelta no quiere quedarse con las ganas. La Galería Güemes los festeja recuperando toda su luz. Tras ocho décadas de ceguera obligada, los porteños volverán a ver sus cúpulas vidriadas.

Los arreglos devolverán detalle a detalle el aspecto original del edificio, en Florida 165. Cuando el ex presidente Vitorino de la Plaza lo inauguró, el 15 de diciembre de 1915, sus 87 metros de altura mareaban. Durante dos años fue el edificio más alto de la ciudad, pero perdió el título en 1917, cuando levantaron el Pasaje Barolo en avenida de Mayo.

La mandaron a construir dos comerciantes salteños de apellido Ovejero y San Miguel. Pagaron una fortuna y eligieron a uno de los arquitectos de moda a principios de siglo, el italiano Francisco Gianotti, el mismo que proyectó la Confitería del Molino, en Rivadavia y Callao. La galería era una obra monumental que se veía desde la Plaza Congreso. Y llamaba la atención: sus 14 pisos, un verdadero rascacielos en los años veinte, terminaban en dos espectaculares cúpulas art noveau hechas de hierro y vidrio.

El techo de su nave principal, con entrada por Florida y San Martín, también era vidriado. La luz, sin embargo, duró menos de una década. "Al poco tiempo la sociedad propietaria se fundió y, como no había plata para mantenerlo, los techos se llenaron de goteras y se les empezaron a caer los vitraux", cuenta Fernando Bertello, gerente de Galería Güemes, el consorcio de propietarios que decidió rescatar el edificio. Empezaron en abril y ya restauraron una cúpula.

Hoy son pocos los que levantan la cabeza cuando pasan por su frente. Quedó cortita frente a las torres que inundaron la ciudad. Su entrada se confunde entre los negocios que se multiplican a esa altura de Florida. Adentro, la indiferencia cambia, muchas de las 25 mil personas que la recorren diariamente se sorprenden cuando pasan debajo de la primera cúpula restaurada.

A fines del 20 para bajar los costos de mantenimiento fue taparlas junto con las claraboyas de los techos. Colocaron un falso cielorraso y arriba instalaron patios. Además construyeron un entrepiso que tapó la vista panorámica a Florida, hoy allí funciona un restorán vegetariano. A 90 años de su inauguración continúa siendo una ciudad con negocios en los que se pueden comprar desde sellos de goma hasta perfumes importados. Y con varias curiosidades, como un exclusivísmo restaurante en el sexto piso, un gimnasio, un anfiteatro donde ensaya el coro de la colectividad armenia, el complejo Astor Piazzola y hasta un green de golf rodeado por vitrales colocados en 1915.

La recuperación empezó tan a ciegas que, para descubrir las estructuras de hierro de las cúpulas, tuvieron que recorrer los techos con un detector de metales. Los operarios todavía siguen destapando molduras de bronce debajo de las paredes.

"Cuando las ubicamos no lo podíamos creer", dice Bertello, mostrando la primera cúpula re cuperada, casi al llegar a la entrada principal, sobre Florida. Más de un centenar de piezas rectangulares de vidrio se reconstruyeron con la misma técnica con las que las fabricaron casi un siglo atrás. Lo mismo pasó con 72 apliques de cristal del techo.

Además de los vitrales, recuperaron el 50 por ciento de los mármoles italianos de las paredes. Les queda limpiar la otra mitad y recuperar la segunda cúpula, a metros de la entrada de San Martín. Prometen terminar en el primer trimestre de 2006. Ya se empezó a filtrar claridad. Por la bóveda restaurada entra luz natural. En los patios que tapan los apliques van a poner luces que simulen el cielo. Cuando esté todo listo, a nadie se le va a ocurrir pasar sin mirar para arriba.

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