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Recuerdan en una muestra los excesos del golpe militar


En el Palais de Glace
Con imágenes y obras, 25 artistas reflexionan sobre la dictadura

Por Loreley Gaffoglio para La Nación.

¿De qué no nos tenemos que olvidar los argentinos? ¿Qué hechos y personajes es necesario recordar? Con el afán de contestar esos interrogantes, la Secretaría de Cultura de la Nación inaugurará hoy, a las 19, en el Palais de Glace, «Memoria: una exposición/5 propuestas», curada por Elio Kapszuk.

Se trata de una propuesta multidisciplinaria y participativa de arte político, que más que rescatar la memoria en su totalidad y complejidad, está orientada a subrayar los excesos del terrorismo de Estado y a concientizar a los menores de 30 años, que no atesoran una memoria vivencial, sobre los lacerantes sucesos de los años de plomo.

Sobre una media sombra negra, en uno de los laterales externos del Palais, los rostros en gran tamaño y expuestos al aire libre de Videla, Viola, Galtieri y Bignone protagonizan un contrapunto con otra imagen, mucho más grande, de las madres de Plaza de Mayo reclamando por sus hijos.

Adentro, en el primer piso del edificio circular, un centenar de originales de Andrés Cascioli dan cuenta de 30 años de política. Las composiciones en colores, con el trazo irónico y grotesco que caracteriza la impronta de la revista Humor, dan cuenta del devenir y los protagonistas políticos de las últimas tres décadas en el país. La galería de personajes, con todos los miembros de la Junta Militar, las etapas alfonsinista, menemista, aliancista y kirchnerista conforman un catálogo de lo más variado de las ideologías que guiaron la Nación.

En el primer piso se concentra lo más enjundioso y a la vez lacerante de la muestra. Veinticinco artistas, entre ellos Ferrari, Alonso, Noé, Gorriarena, Bianchedi, Testa, Wells y Diana Chorne (esposa del secretario de Cultura, José Nun), volcaron sobre lienzos de 90×90 cm su interpretación plástica sobre el tema «La memoria», de León Gieco.

Secundadas por ilustraciones de Miguel Rep, y con el párrafo de la canción transcripto a su lado, las obras funcionan como un recordatorio de lo que no puede volver a suceder. De todos los lienzos el más explícito es el de Alonso, que caricaturiza la imagen adusta de un militar, engalanado de blanco. En vez de manos, una víbora sobresale de su manga y ella deglute a la otra extremidad, encarnada por una rata.

Ferrari contrapone en un collage de recortes de diarios sobre desaparecidos, un documento del Episcopado, de 1977, que da cuenta de la acción de «las fuerzas del mal,» mientras que Mariana Schapiro cose hebras de lana negra a manera de manchones sobre un lienzo donde se agita el Río de la Plata.

Imágenes desde el Cordobazo hasta el juicio a las juntas enhebran un paneo veloz sobre la historia reciente. Pero son los ensayos fotográficos de Inés Ulanovsky, a través de nueve historias desgarradoras sobre desaparecidos, la parte de la muestra que, quizá, más sacude, como el testimonio de Silvia, que da cuenta de la ingestión de una cápsula de cianuro por parte de su hermana detenida. Otros familiares evocan la ausencia de sus seres queridos con frases como éstas: «Nunca pudimos vernos la cara, papá».

Tres enormes rollos de papel de 50 metros sobre mesas; bastidores de varios tamaños; crayones, pasteles y miles de papelitos amarillos autoadhesivos esperan la activa participación de los visitantes. «La idea es que todos nos expresemos y digamos lo que tenemos que decir; que agreguemos qué más no debemos olvidar», apunta el curador. Y explica que esos testimonios serán la prueba cabal de la memoria recuperada.

En Caseros

En el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Valentín Gómez 4828, Caseros) abrirá sus puertas, el 30 de este mes, a las 19, la muestra «Ejercicio de memoria», que reunirá obras de 18 artistas plásticos. Entre otros artistas, Graciela Taquini, Alejandro Schianchi, Claudia Aravena, Carlos Trilnick, Julieta Honono, Ricardo Pons, Iván Marino, Raúl Minsbug, Guillermo Cifuentes y Edgar Endress exponen su mirada sobre los años de la dictadura militar.

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Un aporte a la memoria

Por Susana Reinoso. La literatura es capaz de llegar donde la política no lo consigue: el corazón del hombre. Allí reside, quizá, el vigor de una novela. Es la que ha logrado, por ejemplo, «A veinte años, Luz» (Mondadori), la conmovedora creación de la argentina Elsa Osorio que, en un coro de voces múltiples, anticipó hace seis años en la ficción lo que más tarde se hizo realidad: la búsqueda de la verdad por parte de jóvenes que, en no pocos casos, eran hijos de padres desaparecidos, víctimas de la apropiación indebida y la sustitución de identidad.

El alcalde de Roma, Walter Veltroni, lo recomendó como «il libro del cuore», un mérito que también conceden los franceses a los libros que se quedan en el alma de los lectores. Por tal razón, en un acto en la Piazza Navona, lo regaló el año último a los jóvenes lectores romanos. Según dijo, «la batalla de Luz por conocer la verdad es una señal de esperanza de futuro» en la actual instancia histórica, «cuando la conciencia corre el peligro de extraviarse en la contraposición entre cultura y religión».

* * *

Esta semana, cuando se cumplen 30 años del último golpe militar y decenas de novedades editoriales recuperan la memoria sobre la más oscura noche institucional del país, la novela de Osorio recobra el aliento multiplicado en 66 lenguas y en más de 450.000 ejemplares vendidos en casi una docena de ediciones. La edición japonesa exhibe la foto de una niña abrazada al pecho de su madre con el título «Mi nombre es Luz», en inglés y en ideograma. En Holanda prefirieron el título «Luz», con la imagen de una joven con los ojos vendados, como en Francia, con el título es «Luz en los tiempos salvajes».

Dice Elsa Osorio, una apacible tarde de otoño en el cálido café del Museo Nacional de Arte Decorativo, que en la Argentina la novela «sólo ha conseguido lectores heroicos», pero ha repercutido en el corazón de la gente, sobre todo en muchos jóvenes «que se reúnen en grupo para leerla y hasta dialogan con Luz». Los derechos para convertirla en película están vendidos a Italia. «Cuando el libro salió todavía no había chicos que se buscaran a sí mismos. Yo no me inspiré en una historia autobiográfica». Sospecha Osorio que la novela -ganadora de los premios Femina, en Francia, y Amnesty Internacional- «atrapa al lector porque es una historia humana, en la que los personajes cometen errores y cambian. Lo central no es lo ideológico, sino lo humano. Eso facilita la identificación».

Desde «A veinte años, Luz», le costó seis años a Elsa Osorio iluminar su reciente novela. «Cielo de tango» (Planeta) acaba de presentarse en la porteña y cultural Clásica y Moderna, y cuenta una historia de amor y distancia inmersa en la Buenos Aires de principios de siglo, cuando la inmigración llegó para entreverarse social y culturalmente. En unos días, la obra debutará en España. Y se adelantó en Holanda, donde la pasión por Máxima se extiende al tango.

Por David Encina

Periodista

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Trabajador. Asesoría en comunicación social, comercial y política para el desarrollo de campañas. Análisis de servicios al cliente y al público. Aportes para la gestión de redes sociales con planificación estratégica.

Contacto: mencin@palermo.edu / david.encina@facebook.com / encina_david@yahoo.com.ar/ m.david.encina@gmail.com

Más información ver en David Encina V. - PRENSA.
http://cualeslanoticia.com/prensa/

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