Clarín
Esa joya de los Valles Calchaquíes
Todo el encanto de Cachi, un pueblito de calles de tierra entre cerros de colores. La iglesia, el Mercado Artesanal y el Museo Arqueológico.
Dicen que mientras más difíciles son los caminos más se desea y se disfruta del destino. Esto, cuando se visita Cachi, en los Valles Calchaquíes de Salta, es parcialmente verdadero. A la relativa dificultad del acceso —varios km de tierra polvorienta— a este puñado de casas blancas sembrado en un valle transparente, se suma la variedad de destinos que ofrece. Entonces el viajero se reprocha haber demorado la visita a este micromundo radiante. Situado a 2.200 metros sobre el nivel del mar, Cachi florece como un almácigo fresco en el regazo del colosal Nevado de Cachi, de casi 7 mil metros. Su clima seco y frío conserva con fidelidad las edificaciones de blancura sorprendente: casas de adobe y piedra con techos de caña y barro, calles empedradas, construcciones centenarias, rastros de los pueblos originarios y un paisaje tan variado como asombroso.
Este antiguo asentamiento, anterior a la dominación española, fue habitado por diaguitas que aprovecharon el agua de deshielo y concretaron un ingenioso sistema de riego que transformó esta tierra marrón y quebradiza en un huerto verde y florido.
Enclavado en un punto estratégico de los Valles Calchaquíes, Cachi, cuya existencia «oficial» data de 1673, aún discute el significado de su nombre. Una versión sostiene que los diaguitas unieron los vocablos kak (piedras o peñones) con chi o chin (silencio, soledad). Si no fuera cierto, estas raíces definen gratamente el clima del lugar. Otros afirman que Cachi proviene de un vocablo atacameño que significa, simplemente, «valle hermoso».
La plaza central de Cachi, de jardines serenos, está rodeada de calles adoquinadas y casas con bases de piedras y paredes revestidas de cal y arena. Algunas tienen rejas de hierro forjado. Las veredas de piedra y laja son altas y están acompañadas de acequias o canales de riego. Muy cerca asoma el Mercado Artesanal, donde se destacan los tejidos de buena calidad y los trabajos en cuero, madera, metales, cerámicas y productos regionales.
Los pasos llevan casi involuntariamente a la parroquia, una construcción de 1796 que despliega una noble y austera arquitectura. Son imperdibles su nave de 35 metros y el altar mayor.
Como todo en Cachi está cerca, en un mismo paseo se puede acceder al Museo Arqueológico, que funciona en una casa de 1920 con una galería neogótica. Reúne más de 5 mil piezas extraídas de los Valles Calchaquíes, que reflejan vida y costumbres de los pueblos originarios.
Cuando se pregunta por el Mirador, los vecinos señalan un lugar muy cercano en lo alto de la ciudad. Se trata del cementerio. En su estructura arquitectónica prevalece una recova de arcos que sirve de fachada. Amparado en las sombras de este gigante construido en 1850, se tiene una panorámica del pueblo y su valle.
Alrededor de Cachi, sorprende la variedad y singularidad de sus atractivos. Por la ruta 33, antes de llegar a Piedra del Molino, un desvío se interna por un pequeño valle de laderas suaves y preñado de pastizales bajos que aprovecha el ganado. Cachipama es un refugio de pastores. Más adelante, el panorama se abre y lleva a la laguna El Hervidero, donde suelen abrevar los guanacos.
En un empalme de rutas se accede a la sorprendente recta Tin Tin, una línea sin curvas de 19 km pavimentada a 3 mil metros de altura. A su vera crecen los cardones y en el horizonte pueden verse los cerros Negro y Tin Tin. La ruta bordea Seclantás y acerca al bosque de Churqui Gigante —formación arbórea dominada por el churqui. Entre las matas sobresalen jarillas y arbustos espinosos. Este bosque es una porción del Parque Nacional Los Cardones, un virtual desierto donde sobresale el empecinamiento de esos árboles que beben de la arena seca.
En 70 mil ha conviven, en relativa armonía, #vicuñas, guanacos, tarucas (especie de venado), pumas, zorros colorados, gatos monteses, comadrejas, quirquinchos, ututos (tipo de lagarto), corales y yararás. Además, hay más de cien especies de aves, como cóndores, carpinteros de los cardones, inambúes serranos, quiulas y aguiluchos puneños.
El clima del parque es seco y frío; en verano suele llover y en invierno ocasionalmente nieva. Carece de casi todos los servicios; por eso, se recomienda llevar agua potable, protección para el sol y alguna vianda.
Los Antigales completan el circuito, con yacimientos arqueológicos como El Tero, Ruinas Las Pailas y Puerta La Paya.
Un valle en el cielo
Un camino sinuoso y rodeado por vegetación exuberante, bordeado por un río sonoro, conduce hasta la Quebrada de Escoipe. Con tramos muy estrechos, tapizados de verdes o sorteando paredones de piedra, el camino cruza el mismo río hasta llegar a la gran subida de la Cuesta del Obispo. El punto más alto está a 3.300 metros de altura, donde descansa la Piedra del Molino, una inmensa roca tallada sobre granito. A 2 km está la entrada al Parque Nacional Los Cardones y el acceso al Valle Encantado. Postal grandilocuente que hace honor a su nombre, es posible notar la erosión del viento y la lluvia sobre la roca. Estas formas insólitas y de extraña belleza se completan con la gran variedad de pinturas rupestres o petroglifos (en Cachi hay 36 sitios) en cuevas y aleros.
Miniguía
COMO LLEGAR. De Bs. As. a Salta son 1.542 km por ruta 9 (Panamericana ramal Escobar). A Cachi, 158 km (92 km pavimentados) por rutas 68 hasta El Carril, 33 h/ Payogasta y 40. De Cafayate, 165 km por ruta 40. Camino consolidado, intransitable si llueve. Se aconseja viajar a no más de 40 km por hora.
* DONDE ALOJARSE. En hostería del ACA, habitación single con baño privado y cochera, $ 100; hostal Samay Huasi (a 6 km de Cachi), $ 65; hotel Nevado de Cachi, $ 25. Albergue municipal, $ 5; y camping municipal.
* EXCURSIONES. Hay guías de trekking, pesca, mountain bike, cabalgatas, 4×4 y turismo rural. Desde Cafayate, excursión día completo en 4×4, $ 100 (www.turismocordillerano.com.ar).
Información
(03868) 491-052/3.