Todas las lineas se encuentran con demoras por medidas de fuerza de sus trabajadores.
La Nación
Un sindicato con dos cabezas
Los 22 delegados de las cinco líneas de subterráneos se definen a sí mismos como un conjunto "reivindicativo y opositor a la Unión Tranviarios Automotor (UTA)", a pesar de que, en lo formal, dependen de ese gremio. Por ello, muchos de los acuerdos a los que arriba la UTA con las autoridades son desconocidos por ese grupo. Hoy, por caso, no todos sus reclamos son avalados por la UTA.
Aunque se los puede considerar ideológicamente de izquierda por su concepción "contra el sistema" y por su "oposición a la burocracia de la central obrera a la que pertenece", según explicó uno de esos delegados a LA NACION, ello no significa que todos tengan militancia partidaria.
Más de la mitad integra el Movimiento Intersindical Clasista (MIC), que los agrupa en una "metodología de lucha", pero que, en su mayoría, está compuesto por dirigentes de izquierda, independientes y peronistas. A diferencia de la UTA, someten las decisiones a las votaciones de las asambleas "sin supeditar decisiones a lo partidario", aunque cuentan entre sus filas con dirigentes de agrupaciones de izquierda. Los delegados más importantes de subterráneos, que representan en total a 41.000 trabajadores, son Néstor Segovia, del taller de Constitución de la línea C y afiliado al Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), de Vilma Ripoll; Carlos Pérez, de la línea B, que integra el Partido Obrero, y Roberto "Beto" Pianelli, de la línea E, a quien definen como un "izquierdista no partidario".
La representatividad de ese cuerpo es tan evidente que el Ministerio de Trabajo lo convoca a negociar paritarias del sector, a pesar de que, por la ley de negociaciones colectivas de trabajo, bastaría con que lo hiciera con su sindicato madre: la UTA.
Por Luis Laugé
De la Redacción de LA NACION