El piquetero reconoció que hizo entrar gente en la Anses; además, defendió el sueldo de sus hijos: «No cobran nada que ninguno de los 9000 empleados de la Anses no cobren»
Moshen Rabbani se refirió a sus «contactos» con el gobierno del ex presidente y reiteró su inocencia; se mostró optimista respecto del diálogo entre la Argentina e Irán
Así como ha utilizado con total demagogia el tema de los derechos humanos, el gobierno sostuvo anuncios emparentados con grandes causas nacionales. Para no tropezar con la misma piedra, es bueno repasar dónde quedaron esas hazañas K.
Las AFJPs ‘recuperadas’, los jubilados no.
A fines de noviembre de 2008, el Congreso aprobó un proyecto de la presidenta para ‘Nacionalizar’ los fondos de jubilaciones y pensiones –AFJP- que habían sido creados en 1994. Las voces oficiales relataban el fin de la miseria para los abuelos, pero los que enfrentamos la privatización de las jubilaciones decíamos que ese proyecto no iba a devolverle lo perdido a nuestros mayores que aportaron una vida.
Confirmando lo que denunciamos, a los 2 años de esa medida, Cristina vetó el 82% móvil, diciendo que era irresponsable aplicarlo. Hoy, a pesar de que el gobierno controla una caja con cerca de 100.000 millones de pesos anuales, el 75% cobran la mínima de $1687, mientras la plata del ANSESS se utiliza a discreción por la Casa Rosada. Además se mantiene la rebaja de los aportes patronales que implementaron Menem y Cavallo en el ´94 (y continuó De la Rúa), que sólo tomando hasta 2005 hubieran significado 80.000 millones de pesos al sistema previsional y otras áreas.
Con Aerolíneas sólo levantó vuelo Marsans
18 de Julio de 2008, a través del Secretario de Transporte Ricardo Jaime, el gobierno acordó con la empresa española Marsans, el traspaso de Aerolíneas y Austral. La operación duraría 60 días. En ese tiempo las partes se pondrían de acuerdo en el precio de la empresa. Desde el poder se hablaba de recuperación de la Línea de Bandera. Pero los que habíamos acompañado a los trabajadores en el 2000 y 2001 sabíamos que lo que se estaba persiguiendo era salvarle la ropa al grupo empresario que la venía vaciando, sobrevendiendo pasajes por casi 150 millones de pesos. Luego de unos meses el engaño quedó al desnudo se terminó avanzando en la expropiación de la empresa. Desde allí hasta la fecha, la empresa no ha mejorado. Hubo un conflicto a fines de 2011 y el gobierno -además de pedir que le quiten la personería a un gremio lo aprovechó para devolverle el control de la aviación civil a los militares, apoyándose en un decreto de la dictadura.
Malvinas: ¿para la reina que lo mira por TV?
Este año se cumplen 30 años de la guerra de Malvinas. Buscando hacer otro festejo como en el Bicentenario para contrarrestar la aparición de los problemas económicos, el gobierno arrancó con discursos y cruces con las autoridades británicas. La escalada verbal se redujo poco a poco, para pasar a anuncios que no cambian nada y finalmente con Cristina en Ushuaia reconociendo el derecho de los kelpers a decidir sobre las islas. Ahora se realizó un aviso publicitario (con una productora inglesa…) donde aparece un deportista entrenando en Malvinas. Al final se repite la misma idea: esperar y esperar, a que los ingleses se arrepientan y nos devuelvan lo nuestro. Eso sí, la Reina debe haber tenido que cambiar de canal…
La quita de subsidios y el korralito al dólar, cerraron 2011 y se llevaron con él todos los pitos y matracas del 54% de votos. El tiempo de las cajas gordas comenzaba a finalizar y las cosas se complicarían. Así las cosas, llegaba con problemas para el gobierno el comienzo de este año.
Y fueron muchos los problemas. La aparición en escena de los pueblos cordilleranos combatiendo a las megami-neras, puso en evidencia el apoyo del poder oficial a estas corporaciones saqueadoras. Antes estuvieron las crecientes voces de desaprobación que levantó la votaciòn de la mal llamada Ley Antiterrorista. Impuestazos municipales y provinciales completaban la ‘cajita feliz’. Pero llegó el choque de Once y las cosas se pasaron de castaño oscuro. Y encima aumentó la yerba. Mal humor social y creciente cuestionamiento eran la marca distintiva de en lugares de trabajo y estudio. Desconcierto era la nota dentro de las tropas de CFK. Una combinación difícil para el sistema, en medio de un contexto internacional muy complicado.
Esta realidad es la partera del proyecto oficial para recuperar una porción de YPF. El positivo sentimiento favorable (sin euforia) a la vuelta de lo que se entregó con Menem le da un respiro al gobierno, que tiene algo para decir después de unos meses de estar callado. Pero mucho más lo ayuda una oposición que decide jugar con las reglas del kirchnerismo en lugar de plantear soluciones verdaderas al drama de la soberanía energética. Por eso vino Vélez. Por eso vuelven los discursos día por medio. No es ni más ni menos que el intento de Cristina de recuperar el terreno perdido.
Pero ni en ese terreno las cosas son fáciles. Una y otra vez la cruda realidad se hace presente. Los problemas son muchos y vienen de arrastre. La gente no vive de anuncios sino de cosas concretas. Como será la cosa, que en pleno anuncio del nuevo Gerente General de YPF, la presidenta se lanzó contra los trabajadores. “…tienen la inmensa suerte no solo de ser bien remunerados sino también de estar en blanco. Que pongan también un gran esfuerzo… ninguna provincia puede perder un solo segundo de extracción de petróleo por conflictos laborales. Es absolutamente injusto para el resto de los argentinos”. Hubo otro, en el que embistió contra los desocupados, criticando los cortes y medidas de reclamo, únicas posibles para los sectores más desprotegidos del país. Es lógico que lo haga. Tiene las paritarias semiparalizadas en sectores importantes, donde aumenta la presión a los dirigentes sindicales para salir a la pelea; los problemas en la actividad económica de Brasil dejan huella en las empresas automotrices (y otras tantas) del país, y la inflación hace que la carestía sea cuestión de millones.
Más temprano que tarde la bruma nac & pop se despejará. Pero esto es una parte de la cuestión, solo eso. Los límites del modelo se han hecho presentes y todo hace pensar que seguirán aflorando dificultades en el tiempo que viene. Como lo muestran los judiciales bonaerenses, los estatales del INTI, y el paro de la UOM, el conflicto social, con su estela de organización y nuevos dirigentes, no se detendrá. Tampoco va a disminuir el debate político sobre el rumbo que debemos tomar para terminar con el saqueo y la entrega que arrastramos. En resumen, continuamos transitando por una realidad colmada de espacio para la construcción de una alternativa amplia, que pelee por cambiar el país, sin medias tintas ni posibilismos. Pelear por una salida de fondo para YPF, pero también para la educación, la salud, el transporte, etc. Es una tarea primordial. Apoyar las luchas y los nuevos dirigentes que se ponen al frente, el complemento infaltable.
Como lo demostró el importante Acto unitario del 1° de Mayo, el MST en Mov. Proyecto Sur se juega por esta perspectiva. Si compartís estos objetivos te invitamos a organizarte con nosotros y sumarte a fortalecer un proyecto antiimperialista y anticapitalista.
Desde este número, luego de muchos años nos vemos en la necesidad de aumentar el precio de nuestro periódico a $3, debido al alto costo de la producción del mismo. Como siempre, todos los lectores que deseen colaborar […] Más»
Por Guillermo Pacagnini para Alternativa Socialista, publicación del MST en Proyecto Sur.
La desmalvinización nació de la propia dictadura que llevó a la derrota y siguió con los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa y los Kirchner. Buscan circunscribir la guerra a un episodio aislado y descontextualizarla de sus antecedentes, del reclamo de soberanía y de la lucha antiimperialista.
La guerra de 1982 sacudió tanto la matriz de dominación imperial en la región que no solo preocupó en su momento a los piratas ingleses. El presidente yanqui Reagan y el Papa, la ONU, la OEA y los gobiernos cipayos que se sucedieron hasta hoy trataron de desmontar la energía antiimperialista.
Para desmalvinizar usaron varios argumentos, como apelar a la condena social a la dictadura genocida -homologándola al combate contra el enclave inglés- o difundir que “gracias a la derrota se fueron los militares”. Pero las libertades democráticas conquistadas con la caída de la dictadura no vinieron de la mano de Thatcher y su ejército gurka. Fue la movilización de los trabajadores y el pueblo la que volteó a Galtieri e hirió de muerte al régimen del “proceso”.
Anestesiar la conciencia antiimperialista al servicio de la entrega.
Desmalvinizar incluye varios objetivos. Desde desterrar la premisa de que es posible enfrentar militarmente al imperialismo, hasta convencer de que nunca más debemos intentar acciones contra la dominación imperialista. Es ignorar los reclamos de los ex combatientes y veteranos a los que trataron de condenar al olvido. Es preservar la estructura fundamental de las FF.AA. pese a la ineptitud demostrada en la guerra, reforzando su carácter de fuerza represiva y debilitando -según las órdenes imperialistas- toda política de defensa nacional.
Desmalvinizar es también ratificar el Sistema Interamericano de Defensa y demás pactos políticos y militares que nos atan militarmente a los yanquis. En plena eclosión de la lucha por los derechos humanos, Alfonsín mandó generales argentinos a la Conferencia de Ejércitos Americanos en 1985. En el ’86, la Conferencia Naval Interamericana se reunió en Mar del Plata y empujó a que Argentina vuelva a participar de los ejercicios conjuntos con la armada yanqui UNITAS, o sea junto a quienes ayudaron a hundir el Crucero General Belgrano. Menem, con las “relaciones carnales”, profundizó la desmalvinización y ratificó los tratados de desarme y liquidación de la defensa nacional. Los K, con su barniz nac&pop avanzaron en la entrega del petróleo y la plataforma submarina.
La otra cara de la desmalvinización es la entrega, línea seguida por los gobiernos de la UCR, el PJ, la Alianza y los K. Todos pagaron deuda externa fraudulenta, mantuvieron las privatizaciones y preservaron las ganancias de los dueños de decenas de “malvinas” enclavadas en el territorio continental: estancias, pools de siembra, fábricas, bancos.
Todos ellos aseguraron que por “medios diplomáticos” se lograría todo, mientras seguían con la entrega. En realidad, el país sólo cosecha desastres. Ahora, cuando la Thatcher volvió a extender el dominio británico sobre aguas argentinas, los supuestos “países amigos” demostraron ser amigos de los piratas.
Remalvinizar.
No debemos darles ninguna garantía a los piratas ni renunciar a priori a ninguna medida soberana, sea militar, económica o política. Las Malvinas fueron usurpadas y mantenidas como enclave imperialista. Los “éxitos” diplomáticos sólo consiguieron extender el control sobre aguas territoriales y mayor saqueo de recursos naturales. Las recientes provocaciones de los líderes británicos ameritan la ruptura de relaciones, la expropiación de los bienes ingleses y la suspensión del pago de deuda a la banca británica y a sus socios. Remalvinizar es redoblar la lucha por la soberanía argentina en Malvinas como parte de la pelea por la segunda y definitiva independencia de nuestro país y de Latinoamérica.
En su discurso de reasunción, el pasado 10 de diciembre, la presidenta desarrolló un balance de su gestión y anticipó los trazos gruesos de su orientación para el 2012. El núcleo duro de su alocución reveló la naturaleza del relato K, entendido obviamente como una construcción política interesada de la realidad.
Como socialistas y revolucionarios, uno de nuestros objetivos es tratar de aportar claridad política a los luchadores del movimiento obrero, popular y estudiantil. En ese sentido, frente al discurso de Cristina Kirchner, tenemos que intentar despejar la espuma de la superficie para desnudar el verdadero carácter de sus planes.
Antes del Argentinazo de 2001, los dirigentes patronales podían declarar impunemente, como Menem, que “si en la campaña electoral decía lo que iba hacer, no me votaba nadie”. Hoy el pueblo trabajador no resistiría semejante provocación. Por eso Cristina tuvo que envolver bajo un celofán progresista su paquete de medidas que no son más que un verdadero volantazo hacia la derecha. Con casi nula presencia sindical ni de la estructura peronista, la aplauden funcionarios obsecuentes y jóvenes “camporistas” rentados, que protagonizan un escándalo con la Bonaerense.
Con cifras y estadísticas, pretendió demostrar los avances del gobierno “nacional y popular”. Pero aparte de la distorsión de sus números, la presidenta no se refirió a los tarifazos habilitados por la quita de subsidios ni tampoco a la inflación que crece a todo ritmo o al techo salarial que pretende imponer. De lo que sí habló, y cómo, es de dos cuestiones clave: la deuda externa y el derecho de huelga.
En cuanto a la deuda externa, lo primero a constatar es que el gobierno de los Kirchner es el que más pagó al contado después de la dictadura genocida. A pesar de los cuantiosos pagos esa deuda ilegítima siguió creciendo y hoy es de 180 mil millones de dólares. Semejante transferencia de riqueza a los usureros de la banca mundial fue presentado… ¡como una política de independencia nacional! Un malabarismo verbal para esconder un entreguismo bochornoso. Obama, sabedor de que por encima de esa retórica mentirosa el gobierno nacional K es obediente y buen pagador, exige más y más.
El segundo parámetro que identifica la naturaleza real de este gobierno es su posición frente a los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares, sus luchas y sus derechos democráticos. En su discurso, Cristina hizo gala de gorilismo. Sin disimulo, torpedeó violentamente el derecho de huelga. Los grandes empresarios y su dirigencia política, chochos. El imperialismo, satisfecho. Se trata de una política de intimidación preventiva hacia la clase obrera, porque ella sabe bien que la crisis internacional la empuja a tomar medidas de ajuste que más temprano que tarde fogonearán la bronca y la resistencia obrera y popular. Como si ya no bastara el nivel de criminalización de la protesta social, prepara más.
En el contexto de esta coyuntura política y previendo una perspectiva de mayor conflictividad y cambios bruscos, los socialistas del MST les proponemos a todos los luchadores del país tres tareas fundamentales. Primero, la necesidad de apoyar e impulsar con toda fuerza cada lucha obrera, popular o estudiantil que se presente. Segundo, la de difundir y explicar nuestras propuestas alternativas para que la crisis económica y sus consecuencias cotidianas no las pague el pueblo sino sus responsables: los capitalistas. Y tercero, los invitamos a sumarse a nuestro partido, el MST, porque la militancia social es insuficiente si no la acompañamos de la construcción de una alternativa política para ir por cambios de fondo y anticapitalistas.
El problema es que vivimos en este mundo en crisis, en esta Argentina que no está blindada, y no en el país de las maravillas que nos quiere vender Cristina.
Los pilares que posibilitaron el festival de los subsidios -dólar muy alto, la relativa sustitución de importaciones y los superávits gemelos- se han agotado. Hoy la inflación superó al dólar que ha quedado “relativamente bajo”, esta misma relación peso/dólar ha hecho que aumenten nuevamente las importaciones haciendo difícil el desarrollo de la industria. El aumento del gasto público supera los ingresos desde por lo menos el 2010 con lo cual ahora hay déficit fiscal y también en los últimos meses la balanza comercial es deficitaria., Esto es se importa en dólares más de lo que ingresa por exportaciones. Por lo que a pesar que el gobierno lo niegue esta situación lleva a que Cristina Kirchner tenga sí o sí que plantearse tener que bajar la enorme suma de subsidios que distribuye anualmente si no quiere entrar en un rojo mucho mayor. Idénticas razones a las que llevaron al gobierno a actuar sobre el dólar.
El festival de subsidios que se multiplicó luego del 2001, fueron una necesidad política y económica del gobierno de Néstor Kichner al asumir, frente a un pueblo empobrecido y movilizado. Kirchner utilizó los altos ingresos provenientes de las exportaciones con un dólar sobrevaluado y los ahorros que devenían de la enorme baja de los salarios, para subsidiar las empresas (la mayoría de las cuales eran las privatizadas en la era menemista). A cambio que estas no tocaran las tarifas.
Pero la cosa se hizo imposible de controlar, la inflación hizo aumentar los subsidios año a año, sobre todo luego del 2009. Kirchner eligió entregarles miles de millones a las empresas privatizadas por Menem, en vez de nacionalizarlas y ponerlas a trabajar al servicio del pueblo única forma de garantizar servicios de calidad y a bajo costo.
Nadie conoce el monto verdadero de los subsidios. El gobierno se encarga de esconderlo con sus poderes extraordinarios para manejar el presupuesto. Serían más de U$S 10.000 anuales de promedio, lo que representa más de U$S 90.000 millones en lo que llevamos de gobierno de los Kirchner. En las actuales circunstancias de agotamiento del plan y ante los vencimientos de la deuda de 2012 y 2013 esta cifra se hace imposible de pagar sin caer en una crisis profunda.
Más allá del discurso, el gobierno de Cristina intentará que los que paguen la quita de los subsidios sean los trabajadores. Luego vendrán los intentos del gobierno de disfrazar este impacto diciendo que le aumentará la luz a los de Puerto Madero o a los grandes empresarios: Todas mentiras!! Con el esquema K la única forma que tienen de garantizarles el ingreso a las empresas de servicio es haciendo que la paguemos todos.
Ni hablar que los grandes empresarios, trasladarán los incrementos de la energía a los precios de los productos, por lo que los trabajadores terminaremos pagando doblemente el aumento de las tarifas, disparando la inflación.
Ni tarifazo ni subsidios
Hay que cortar todo subsidio a las grandes empresas, que se llevaron esos U$S 90.000 millones mientra podrían haber sido usado en mejorar salarios, jubilaciones, salud, educación etc. Pero de ninguna manera la salida puede ser que pague el pueblo con aumento de las tarifas. Se impone la recuperación de todas las empresas de energía (luz, gas, petróleo, etc.) a manos del estado con control de los trabajadores y usuarios. Sólo de esta forma podremos tener tarifas accesibles al bolsillo de los trabajadores y el pueblo haciendo que paguen más los que más ganan.