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Cristina Kirchner, rumbo al país “en serio”.

Por Guillermo Pacagnini para Alternativa Socialista, publicación del MST en Proyecto Sur.

La foto de Cristina Kirchner en el G20 junto a Barack Obama y los mariscales de la Crisis Capitalista Mundial, fue como un punto de inflexión. Más temprano que tarde y sin apelar a los tradicionales 100 días de luna de miel poselectoral, Cristina anunció y/o empezó a ejecutar una serie de medidas antipopulares.

Su proclama hacia un “capitalismo normal” fue una suerte de obertura para los anuncios. Tope salarial del 18%, pago de la deuda al Club de París, recorte de subsidios con dinámica de aumento de tarifas, corralito al dólar que, como siempre, no molesta a los que fugan más de 3.000 millones al mes sino a los pequeños ahorristas. Y una vuelta de tuerca en la criminalización de la protesta, verdadera “apertura de paraguas” por las luchas que vendrán.

“Giro al centro”, “la era del ajuste”… así lo graficaron varios analistas políticos, que tradujeron la famosa “profundización del modelo” en un nuevo intento de volver a un país “normal”… a la medida de las multinacionales y los centros de poder imperialista. Un país con seguridad jurídica para el saqueo y con mordaza a los reclamos.

La montaña de votos conseguida, podrá disimular un poco la llegada de la crisis sobre un modelo con signos de agotamiento y sin blindaje.

Pero es evidente que no ha dejado mucho margen para esperar. Las medidas anunciadas, muchas preventivas o en sus inicios, son el comienzo de las intenciones del gobierno y los poderosos de hacernos pagar los platos rotos de la crisis que ya golpea a las puertas del país.

Está mermando ese viento de cola económico, que ha sido uno de los pilares en la arquitectura de este triunfo holgado de CFK. El que les garantizó enormes ganancias al conjunto del establishment, permitió profundizar la entrega de nuestros recursos y al mismo tiempo acumular una gran caja financiera para comprar voluntades, subsidiar a los ricos y, en ese marco, desplegar algunas políticas de contención, coyunturales, que no cortaron los conflictos pero sí evitaron que la situación social se desmadre.

La caja K ahora empieza a estar comprometida para responder a la crisis. Se han agotado los pilares fundamentales posteriores a la devaluación que permitieron por ejemplo el verdadero festival de subsidios que garantizaron pingües negocios para los empresarios de las privatizadas, entre otros. Un verdadero negocio espureo: subsidios millonarios, nula inversión, mucha contaminación y un servicio paupérrimo y en decadencia para la población, a cambio del compromiso de mantener bastante constantes los precios de las tarifas.

Sin embargo, hace rato que los empresarios vienen pugnando por una “actualización” de las tarifas. La cual de manera encubierta y segmentada, ya ha venido sucediendo.

Esta crisis dejó en evidencia que le daban subsidio a sectores como bancos, hipódromos, casinos, financieras, aeropuertos… que los 600 millones de recorte obligado va a dejar el paso a nuevos recortes… Que detrás del festival millonario, las tarifas relativamente “congeladas” eran simplemente un vuelto que ahora les va a costar mantener. Que nos quieren vender una falsa alternativa: o se les mantienen los subsidios a los ricos o “se viene el tarifazo” que de manera temeraria anuncias patronales negreras y explotadoras como los Cirigliano del Grupo Plaza y TBA.

Ni tarifazo ni subsidios. Hay que anular todas las concesiones a estos ricos. Reestatizar con control de los trabajadores y usuarios para que haya una tarifa social y un servicio de calidad y para todos. Los servicios son empresas con fines sociales y deben ser garantizadas por el Estado. Esa es la única salida al servicio de los intereses de los trabajadores y el pueblo argentino.

 

Dólar: la versión K del corralito.

Cuatro elementos explican las medidas tomadas por el gobierno para tratar de frenar la compra de dólares.

En primer lugar, un agotamiento del modelo, que lleva a que ingresen menos dólares por importaciones, mientras se escapan más por el balance comercial internacional negativo (argentina exporta en dólares menos de lo que importa).

Por otro lado la inflación y el aumento consiguiente del circulante en pesos, hace que se necesiten más dólares que antes para garantizar este circulante.

A estos elementos que reflejan las contradicciones estructurales del modelo K, hay que agregarles la fuga de capitales que han venido realizando las grandes empresas y bancos por más de 20.000 millones de dólares en el último año; y los vencimientos de la deuda, por unos 2.300 millones de dólares. Es este panorama el que lleva a tomar medidas para controlar el cambio, ya que el gobierno no puede seguir comprando dólares como lo venía haciendo, porque no los tiene.

Pero el efecto de las medidas no fue el buscado, ya que además de aumentar la desconfianza en la burguesía que ve amenazada su libertad para seguir haciendo negocios, ha generado una sensación de inseguridad de los sectores medios y de trabajadores.

Desde el gobierno intentan presentar las medidas como progresivas, pero la realidad muestra lo opuesto: los grandes capitalistas y evasores, que son los responsables del 90% de la fuga de capitales, compran evadiendo los controles de la AFIP (lo que ha hecho reflorecer el mercado negro del dólar), mientras que los pequeños ahorristas o los que quieren unos dólares para irse de vacaciones o hacer alguna compra menor tienen que aguantar colas, rebotes del sistema de la AFIP o pagar más de cinco pesos por dólar en el mercado negro.

Desde el MST en Proyecto Sur proponemos el completo control del mercado de cambios y del comercio exterior, pero para evitar las maniobras especulativas, las fugas de capitales y las inmensas ganancias ocultas de los grandes empresarios que son los responsables de esta situación.

 

Pagan al Club de París y ajustan salarios.

Por Francisco Torres.

En el G20, Cristina K. cuestionó al capitalismo financiero y alertó sobre salvar a la banca, ajustando a los pueblos que luego se levantan… Otra muestra de su doble discurso ya que venía de reunirse con A. Boudou y el jefe del tesoro francés para acordar cómo pagarle la deuda usuraria al Club de París.

Los K hablan también de condenar a los militares genocidas, pero Cristina apura los trámites para retomar los pagos de una deuda contraída mayormente por la dictadura. Y no es poca plata: según Economía, esa deuda en default del 2001 era de 6.276 millones de dólares, el equivalente a pagar un millón de cooperativas por dos años a los desocupados.

Pero los acreedores quieren cobrar U$S 8.900 millones por intereses y punitorios, es decir, un 42% más que Cristina les pagaría sin mucho pataleo. Con esos $11.230 millones de diferencia se podrían construir hasta 93.500 viviendas populares. Pero el acuerdo traería además el pago a las empresas norteamericanas que ganaron juicios contra el país ante el Banco Mundial (CIADI) como Azurix por su vergonzoso contrato del agua bonaerense. Y retomar la negociación con los fondos buitres que no entraron al canje… Toda una vuela más de capitalismo financiero.

Y esto lo propone cuando su gobierno plantea ajustar los salarios del 2012 como su propuesta para contener la inflación. Mientras toman medidas que encarecen el dólar y las tarifas, impactando en el poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y planes sociales. Mientras gobernadores como Scioli sacan una ley impositiva con fuertes subas del inmobiliario, ingresos brutos y patentes. O intendencias como la de La Plata quieren aumentar la tasa por Servicios Urbanos hasta un 200%.

La patronal de la UIA también promueve un acuerdo de precios y salarios, un pacto social “para administrar la escasez” como dijo el titular de FIAT. Lamentablemente Binner con el voto de muchos buscando un cambio, plantea lo mismo: congelar salarios y precios por 3 años para frenar la inflación. Ya Binner había dicho a los trabajadores que “no pidan aumentos”, justo cuando los estatales en las provincias luchan por una nueva suba en paritarias y los cooperativistas del Argentina Trabaja reclaman un aumento.

La CGT, en vez de batir el parche por el reparto de las ganancias, debería convocar a asambleas y congresos de delegados para resolver un plan de lucha por un inmediato aumento de salarios, jubilaciones y planes sociales. Y rechazar el pago de la deuda usuraria al Club de París para que esos recursos vayan al pueblo.

Exigiendo también que se eliminen el pago de ganancias en los salarios y los topes a las asignaciones familiares. Partiendo de apoyar a los que están luchando. Esto debemos reclamar en cada gremio y lugar de trabajo para poner en marcha un plan que priorice realmente las necesidades populares y no la deuda externa al capitalismo dominante.