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Un diccionario revela cómo era el lenguaje común de los argentinos del siglo XIX

Clarín
EVOLUCION DEL IDIOMA : ES UN HALLAZGO DE LA ACADEMIA DE LETRAS. ESTABA ESCRITO A MANO Y SERA EDITADO ESTE AÑO
 

Muchos de los vocablos tienen plena vigencia hoy. Y hay muchas curiosidades, como la que revela que la tan porteña palabra «che» es de origen araucano.

Patricio Downes.

pdownes@clarin.com
Una «tracalada» de «voces patrias», algunas «guarangas» otras que parecen «bolazos», hicieron «gambetas» y pidieron «cancha» a los académicos argentinos de hace 130 años que, sin rogar «changüí» a la Real Academia Española, solucionaron el «matete» e hicieron el inédito primer diccionario de argentinismos. El texto fue rescatado de un mar de papeles viejos por Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras.

Las anécdotas de quienes recopilaron términos tan añejos —algunos siguen en el habla popular hasta hoy— también son sabrosas. Corría el año 1873 y un mucamo gallego cebaba mate a una heterogénea tertulia de científicos, artistas plásticos, juristas, poetas, ensayistas, historiadores y médicos, reunida en el tercer piso de Tacuarí 17, en Buenos Aires. Allí vivía el poeta Rafael Obligado y durante varios años, la cita se cumplió religiosamente, cada sábado por la tarde. La curiosa ceremonia celebrada en ese salón al que Obligado llamaba «Himalaya» terminaba con un asado a medianoche y para reconstruirla Barcia urgó en textos de la época.

De aquel cenáculo de intelectuales, y seguramente del bien regado asado posterior, salió el primer diccionario de argentinismos, inédito hasta hoy, descubierto por Barcia y sus colaboradores entre viejos papeles guardados en la casona de Palermo donde funciona la Academia. «Se trata del primer tomo, que contiene 1.266 vocablos, y el noventa por ciento de ellos continúa vigente. Los mayores de 65 años manejarán todavía piruja (mujer de baja esfera), chirusa (mujer vulgar), cuchi (cerdo), chancleta (mujer) y paquete (elegante); los mayores de 40 años, agrandado, agarrada (pelea), amuchar, bolacear», comentó Barcia a Clarín.

«Voces pátrias» (sic) es el título escrito a mano en la tapa del primer tomo del diccionario de argentinismos confeccionado por la Academia Argentina de Ciencias, Letras y Bellas Artes, que funcionó entre 1873 y 1879. Hasta que se hizo este diccionario, sólo existían vocabularios o glosarios personales, como los realizados por Juan María Gutiérrez y Francisco Muñiz. Barcia recordó que fue el primer diccionario de argentinismos realizado por una corporación y el único en su tipo hasta que la Academia Argentina de Letras editó el suyo en 2003.

A un año de empezar el trabajo, Obligado, Eduardo Holmberg, Atanasio Quiroga y Juan Carballido, entre otros, ya habían reunido más de dos mil voces y unas quinientas locuciones. Hacia fines de ese período el diccionario contaba con cuatro mil voces definidas y más de dos mil en estudio, según un informe de Martín Coronado quien anticipó a sus colegas académicos que estaba próxima la fecha de dar a conocer a la prensa la primera edición. Algunos papeles con centenares de vocablos se perdieron en el trasiego de bibliotecas de una a otra generación.

Se sabe, sin embargo, que aquellas primeras «voces nacionales» fueron agrupadas bajo diferentes títulos: Voces patrias, Diccionario del lenguaje argentino o arjentino, Diccionario del lenguaje nacional y Diccionario de arjentinismos o argentinismos, que fue el que finalmente predominó. Durante 130 años, la única muestra sobreviviente de tal diccionario de la Academia Argentina de Ciencias y Letras fueron algunos de estos vocablos publicados en «El Plata Literario.»

El texto manuscrito descubierto por Pedro Luis Barcia será editado este año. Contra lo que pudiera parecer no figuran allí demasiadas palabras de sarcófago o muertas hace tiempo a causa del desuso. Todo lo contrario. Son muy actuales, ágiles y van al núcleo de lo que aquellos primeros argentinos usaban al nombrar objetos y hechos cotidianos.

Un vocablo de tanguera resonancia, como garúa, y el verbo garuar, ya se usaban hace casi siglo y medio. Su raíz viene de «huarhua» la voz quichua que significa llovizna.

Hoy suenan extraños vocablos como «ajenear», que significaba robar, «camote» para aludir a la pasión amorosa, «bolsazo» o rechazo amoroso y «camilucho» que designaba al gaucho. También se perdieron changador (gaucho matrero), pelota (bolsa de cuero para vadear ríos pequeños), cagote (susto), changango (guitarra vieja), collevas (botones delpuño), cuja (cama grande), gamonal (hombre rico), guaguatera (niñera) o gualichu (genio del mal).

Barcia señaló que la edición forma parte de la serie «La Academia y la lengua del pueblo», con apoyo de Repsol YPF —que ya ayudó a editar la planta del Diccionario Académico de Americanismos— se imprimirá este ejemplar con más de un millar de términos ya usados en el actual territorio argentino a fines del siglo XIX.

Aquella primera síntesis divulgada en «El Plata Literario», una suerte de vocero oficioso de la Academia Argentina, incluía bagual para denominar al potro salvaje y también al redomón que todavía conserva sus instintos salvajes. También se usaba «tirador», una especie de «cinturón, generalmente de cuero de gamuza que se ciñe al cuerpo por medio de dos o más pares de botones de metal ligados todos a una placa o escudo central llamado rastra».

Entre las voces marcadas como vulgares, figuran caraí, un guaranismo por «carajo», nabo y piche, por «pene»; papo, los genitales femeninos, paja por «masturbación», pucha por «puta» y vaina por «coito». Y che es una partícula araucana que significa «hombre»; además, chapalear, deriva de la voz araucana chapad, que significa «#pantano«.

También se usaba «huevear» para la dulce acción de perder el tiempo y quien quería comer un «vaquero» estaba más cerca en realidad del tradicional matambre «con rusa» de nuestros días. En fin, una changa que da chucho y no es tarea para chupados o borrachos, si la máquina del tiempo traslada al lector al siglo XIX.

 

EVOLUCION DEL IDIOMA : TEXTUAL

Entre tilingos, sucuchos y aguaites

Achurar. 1.Separar las entrañas de la red en el acto de carneada. 2.Entre los paisanos, se usa también este verbo con la acepción de herir o acuchillar a alguien.

A gatas. adv. Apenas.

-¿Sabe que es linda la mar?

-¡La viera de mañanita/ cuando a gatas la puntita/ del sol comienza a asomar! (Del Campo, Fausto)

Aguaitar. Espiar con sagacidad.

Amuchar. Agrupar, juntarse.

Apero. Piezas de la montura.

Blandengue. Cuerpo de caballería de Buenos Aires. Blandieron sus lanzas y el pueblo los bautizó así.

Bocadillo. Masa pequeña y redonda de papas, huevo, leche y azúcar, y frita en grasa.

Bolacear. Disparatar (Bolaso: disparate)

Camorrero. Persona continuamente inclinada a armar camorra.

Cancha. Terreno abierto.

Carajo. Caramba.

Chacra. Tierra de labor.

Chancho y cuchi. Cerdo.

Chancleta. Zapatilla o zapato cuyo contrafuerte se ha quitado o doblado para adentro. También: mujer.

Changa. La cosa conducida por un changador.

Chango. Indio.

Changüí. Ventaja no convencional y artificiosa que da un jugador a otro para ocultar su superioridad.

Chingolo. Apodo de personas delgadas y de escasa estatura.

Cimarrón. 1. Perro salvaje. 2. Salvaje, silvestre. 3. Mate amargo.

Cumpa. Compañero, amigo, compadre. Muy usada por gauchos.

Gambeta. Zigzag súbito o desviación rápida durante la carrera.

Garrón. La prominencia forrada por el hueso calcáreo en las patas de los cuadrúpedos|prominencia, de una montaña

Garronear. Morder los perros el garrón de los animales.

Gringo. Italiano.

Guagua. Niñera.

Guarango. Persona de palabras y modales incultos.

Mandinga. Persona astuta, pícara.

Manganeta. Engaño, ardid.

Manteo. Vapuleo, frecuente en los colegios de estudiantes.

Mañero. Que se esquiva. Flojo.

Milonga. Música y baile.

Nabo. El pene.

Naranjero. Trabuco.

Nazarena. Espuela de hierro.

Ojota. Calzado de cuero sin curtir, con la sola planta y tres correas unidas en el empeine.

Paja. Masturbación.

Paquete. A la moda, elegante.

Pichincha. Ganancia, beneficio.

Piringundín. Academia de bailes inmorales. Lugar escandaloso.

Rabona. Inasistencia al colegio.

Sucucho. Rincón.

Tilingo. Tonto, bobo.

Torear. Hacer enojar a alguno.

Torta frita. Manjar de harina amasada al agua y frito en grasa.

Tracalada. Multitud, agrupamiento de personas o cosas.

Yapa. Obsequio del vendedor.

Zafado. Insolente, obsceno.

 
 

EVOLUCION DEL IDIOMA : OPINION

Las palabras resisten

Roberto Fontanarrosa.

Escritor. Humorista
Que el noventa por ciento de las palabras de aquel diccionario de argentinismos haya sobrevivido más de cien años debe tener que ver con que se trata de un buen producto. Indudablemente si una palabra resiste el paso del tiempo y los cambios, quiere decir que es lo suficientemente expresiva, demostrativa y comunicativa para permanecer. Es útil, sirve y sigue siendo fuerte.

Con las palabras también funcionan las modas. Aparecen o desaparecen, lo que le da dinámica a la lengua y a la comunicación. Sería absurdo pensar que hay palabras que se deben eternizar u otras que deben desaparecer enseguida. Además eso no lo decide uno. Ni la Academia ni nosotros ni nadie. Aparece según el sentir de la gente. En cuanto a palabras de otros tiempos que recuerde, algunas son relativas a artefactos que son viejos y es lógico que desaparezcan. Por ejemplo «botinero». Yo era chico y existía el botinero, donde uno ponía los zapatos. Hay otras que suenan muy viejas como cobija. Y otra que me he dado cuenta que uno pronuncia naturalmente y los chicos te miran raro es «macanudo». O «bolacear», que la usaba mucho mi viejo. A uno le quedan pegadas y te das cuenta que ya no indican nada a la gente más joven.

Uno tampoco quiere convertirse en una antigualla, que es otra palabra vieja, y también por el laburo mismo está muy atento al lenguaje y a los vocablos. Hay palabras que son muy acertadas y muy gráficas como una, más reciente, que es «pálida». Me parece bárbara porque refleja tan claramente la idea que quiere transmitir. Me da la impresión que el crecimiento notable de las comunicaciones y la posibilidad de viajar injertan palabras de un idioma en otro y yo creo que en 130 años va a haber una gran movilidad idiomática. En tanto siga la hegemonía de los países de habla inglesa, el inglés va a ser preponderante. Pero el castellano es muy fuerte, muy rico y tiene fundamentos para mantenerse y asimilar otro tipo de palabras y enriquecerse con ellas.

Por último, me parece saludable que se publiquen este tipo de cosas. Hace poco tiempo salió un tratado de la aceptación de las nuevas palabras, que a veces se entiende que es un dictamen de la Academia, cuando en realidad no es que la Academia vaya adelante y el habla popular, atrás. Es al revés. La Academia recoge el habla popular.

Por David Encina

Periodista

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Trabajador. Asesoría en comunicación social, comercial y política para el desarrollo de campañas. Análisis de servicios al cliente y al público. Aportes para la gestión de redes sociales con planificación estratégica.

Contacto: mencin@palermo.edu / david.encina@facebook.com / encina_david@yahoo.com.ar/ m.david.encina@gmail.com

Más información ver en David Encina V. - PRENSA.
http://cualeslanoticia.com/prensa/

3 respuestas a «Un diccionario revela cómo era el lenguaje común de los argentinos del siglo XIX»

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