La empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), concesionaria de ambos ramales, reconoció a LA NACION que las formaciones exclusivas para cartoneros no están habilitadas y que ni siquiera son controladas por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT).
"Hace tiempo que pedimos la suspensión de los trenes blancos, porque hay altas probabilidades de que allí ocurra una tragedia: las formaciones no tienen seguridad y el material que se transporta es altamente inflamable. Pero TBA es rehén de los cartoneros, porque ellos se niegan a aceptar otras alternativas. Y, si paramos el servicio, nos cortan las vías", dijo a LA NACION Gustavo Gago, vocero de la empresa.
Incluso, TBA alertó sobre la crítica situación a los gobiernos nacional y porteño, así como a autoridades de la provincia de Buenos Aires, de donde proviene el grueso del total de los cartoneros.
"Hombres, mujeres y niños están en riesgo por la alta combustibilidad del material que transportan", decía uno de los escritos dirigido el 15 de mayo pasado al ministro del Interior, Aníbal Fernández, al que tuvo acceso LA NACION.
"¿Por qué pusimos rejas en las ventanillas? Porque hubo accidentes fatales: murieron dos chicos que viajaban con el cuerpo asomado por la ventanilla [el 25/11/2002, en la estación Morón, y el 24/4/2003, en Ituzaingó], además de otros accidentes graves. Los trenes están en malas condiciones porque los cartoneros se llevaron los marcos, las ventanas, las luces, los pisos, todo…", aseguró Gago. Esa situación fue reconocida por los propios cartoneros durante varias recorridas realizadas por LA NACION en distintas estaciones del ramal Mitre.
LA CNRT también admitió la crítica situación. "Hicimos controles en un primer momento. Nosotros propusimos a los cartoneros que transportaran el material en el tren y que ellos viajaran en colectivo, pero se negaron", dijo un vocero de ese organismo.
Las fuentes también explicaron que los trenes blancos no están contemplados por la normativa ferroviaria ni por los contratos de concesión, razón por la que estarían exentos de determinados controles, como chequear que cumplan con la frecuencia, la limpieza, la iluminación…
Resultado de la crisis
La decisión de que los cartoneros tuvieran su propio charter guarda una explicación: la necesidad de transportarlos cuando la crisis económica de 2001 empujó a muchos desempleados a hacer del cartoneo una suerte de profesión.
En principio, viajaban en trenes no diferenciados, pero como muchos usuarios se quejaron de tener que compartir los vagones con los carros llenos de cartón, TBA decidió disponer para los cartoneros un servicio exclusivo, con unidades sin asientos -para que ingresaran con los carritos- y con un abono mensual de 18 pesos, aunque hoy la mayoría no paga ese canon.
Malas condiciones
En la actualidad hay 16 coches afectados en los tres servicios diarios de los trenes blancos por cada ramal, todos en muy malas condiciones de mantenimiento, según pudo comprobar LA NACION.
"Estos trenes no tienen asientos ni vidrios y a algunos les faltan las puertas. Es un peligro, porque somos castigados por las piedras que nos tiran desde las vías. Parece un tren de guerra, viajamos amontonados como vacas", contó a LA NACION Carmen Gutiérrez, una cartonera de 55 años que utiliza este transporte desde Villa Pueyrredón.
Los cartoneros elevaron un petitorio a la empresa para reclamar mayor seguridad, mejoras en los servicios y también en las frecuencias.
Aunque los modales de muchos de esos trabajadores informales, a veces, suelen ser poco conciliadores.
"TBA les podrá permitir sacar fotos en los andenes, pero al tren lo manejamos nosotros", dijo al cronista y a un fotógrafo de este diario un cartonero en la estación Colegiales del ramal Mitre, cuando se intentó mostrar en las malas condiciones en las que viajan.
Y hubo más: "Para subir al vagón, te sale 200 pesos", advirtió uno de los delegados de los cartoneros de esa estación.
Otros, en cambio, fueron más abiertos al diálogo. "¿Sabés por qué no queremos dejar el tren? Porque nos sale barato, es cómodo y en la provincia pagan mejor el cartón que acá, en la Capital", contó Miguel, que vive en José León Suárez.
"Nosotros no tenemos por qué llevar adelante un servicio de carga y la solución se demora. Hemos tenido protestas de pasajeros que son agredidos por cartoneros en las estaciones y de vehículos rotos por las piedras que les tiran desde el tren", aseguró Gago, de TBA. Eso no pudo ser advertido durante la recorrida que hizo LA NACION.
Los Estados nacional y porteño mantuvieron reuniones con TBA y otros organismos para encontrar una salida, según indicaron a LA NACION. Incluso, el Ministerio del Interior trabaja en un proyecto para crear centros de acopio cerca de las estaciones y trenes exclusivos para transportar sólo el cartón, para resolver un problema que hace cinco años viaja sobre rieles, tiene responsabilidades compartidas y bien puede terminar en una enorme tragedia.
Por Pablo Tomino
De la Redacción de LA NACION