La pobreza retrocedió al nivel precrisis

La caída en los niveles de pobreza fue acompañada por un nuevo descenso en la indigencia, que se redujo en poco más de un punto y medio, hasta llegar al 12,2 por ciento.

En ambos casos, se trata de índices inferiores a los que se registraban en el segundo semestre de 2001, cuando la pobreza afectaba al 38,2% de los argentinos y la indigencia trepaba al 13,6 por ciento. Sin embargo, si se compara con mayo de 2001 hoy siguen siendo más los argentinos que no pueden satisfacer sus necesidades de alimentación, ya que en ese momento el índice se ubicaba en 11,6 por ciento.

Desde el Gobierno se encargaron de destacar que en la segunda mitad de 2005 un poco más de un millón de personas dejaron de ser pobres y 320.000 quedaron por encima del nivel de indigencia. A pesar del fuerte descenso, igualmente los índices sociales que continúa mostrando el país son preocupantes, ya que según las estadísticas oficiales quedan 12,7 millones de argentinos pobres y 4,6 millones de indigentes.

De los 28 centros urbanos que releva el Indec el único que mostró un aumento en los niveles de pobreza fue Posadas, donde el índice subió de 51 al 53% en un año, mientras que la mayor baja se registró en Río Gallegos, del 16,1 al 8,9 por ciento. Por su parte, en el Gran Buenos Aires la baja en la pobreza fue más pronunciada que el promedio nacional, pasando del 38 al 30,9 por ciento.

Factores múltiples

El director de la consultora Equis, Artemio López, destaca que la última baja de la pobreza y de la indigencia no se explica tanto por un crecimiento del empleo, sino por otros factores. "Si bien el empleo siguió creciendo, en los últimos meses se registró una cierta desaceleración, pero en cambio hubo una mejora importante en los salarios, tanto de los trabajadores formales como de los informales, y una mayor cantidad de horas trabajadas", señaló.

Igualmente, no todas fueron buenas noticias. Jorge Colina, investigador jefe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), destacó que la pobreza viene bajando a un ritmo menor que el crecimiento de la economía. "En 2005 se consolidó la recuperación de la economía y se alcanzaron los niveles de 1998, pero en cambio la pobreza sigue estando por encima de los índices que se registraban en el mejor momento de los 90", explicó el especialista.

Colina señaló que esta brecha entre la tasa a la que crece el producto bruto interno y el grado de pobreza se explica por la precarización del empleo que se vivió a partir de la salida de la convertibilidad.

"La salida de la devaluación se basó en una caída muy fuerte de los salarios reales, especialmente entre los trabajadores no registrados, que son mayoría entre los hogares más pobres. De hecho, de 2002 a la fecha los salarios no registrados subieron la mitad de lo que aumentó el costo de vida", agregó Colina.

En la misma línea, Artemio López precisó que la brecha entre los salarios en blanco y los informales creció muy fuerte en relación con la que existía antes de la devaluación del peso. "En 2001, la brecha era del 35 por ciento, y ahora creció al 50 por ciento, lo que fue acompañado por un fuerte crecimiento del trabajo informal, que hace cinco años rondaba los 12 puntos y en 2005 trepó al 35 por ciento", explicó.

Por su parte, Ernesto Kritz subrayó como un dato negativo que la baja en los niveles de pobreza se concentrara, casi en forma exclusiva, en los sectores de clase media empobrecida y no llegara a la base de la pirámide, lo que explica el incremento en la brecha de ingresos. "Los que se recuperaron fueron los sectores de clase media y media baja que habían caído por debajo de la línea de la pobreza en 2002, pero en los hogares de menores recursos la pobreza sigue siendo un problema estructural, que continúa asociado al desempleo y a la informalidad laboral", sostuvo el titular de la consultora SEL.

Por Alfredo Sainz
De la Redacción de LA NACION