Editorial de Alternativa Socialista, publicación del MST en Proyecto Sur.
Estos últimos días han sido por demás importantes a la hora de analizar los aspectos centrales de la coyuntura política del país. Las movidas del gobierno van poniendo sobre el tapete que las cosas se están complicando seriamente. Hay que buscar en viejas entrevistas para encontrar rastros de la famosa tesis oficial que nos despegaba de los problemas internacionales. Los blindajes hechos de discursos electorales no han servido para espantar el espectro de la crisis capitalista mundial. Cada vez más visibles, los problemas en la economía global meten la cola en el continente y, por supuesto, en el país.
Del intento de ‘fiesta’ oficial por el proyecto de YPF a la entrega de los ferrocarriles Sarmiento y Mitre al grupo Roggio pasó muy poco. No hubo muchos entusiastas tras el anuncio. Además de premiar a un grupo que el propio gobierno denunció durante el conflicto salarial que se desató en entre Metrovías y los trabajadores del subte, lo que se reconoce es la responsabilidad de los funcionarios que estaban a cargo de controlar la actividad de TBA y dejaron que todos estos años las cosas fueran como son y millones viajen de manera humillante todos los días de la vida.
En cambio, las miradas sí se posaron todas sobre el inefable Aníbal Fernández, que dio lecciones de fuerza de voluntad explicándole a los cuatro millones de argentinos que quieren comprar dólares que él hace lo que quiere con su dinero. Este mosquetero del combate cultural para “desdolarizar” las costumbres de los argentinos (declara que) tiene 100.000 dólares en su poder. Esa misma cantidad le autorizaron hace algunos días a comprar a Máximo, ante la indignación de los trabajadores de la AFIP. El muchacho sigue las costumbres de su madre, la presidenta, que no ha podido ‘pesificar’ los tres millones de billetes estadounidenses que tiene atesorados. Con la inflación que sigue firme, las provincias en rojo, las peleas por la CGT, Boudou, Schoklender y todo lo demás, para el ánimo general las cosas se van poniendo espesas. Un sentimiento de incertidumbre poco a poco gana lugar en grandes sectores. Incertidumbre, que se mezcla con bronca.
Frente a este panorama de complicaciones, el gobierno cuenta con el punto a favor de no enfrentar propuestas alternativas fuertes, que le disputen por izquierda. Macri entrega la Ciudad y ni siquiera se hace cargo del subte. La UCR sigue siendo un cambalache, que cuando hila una idea siempre apunta a volver a recetas fracasadas (y sufridas). Con sus diferentes estilos y proyectos, todos estos espacios terminan sosteniendo lo esencial de un modelo de país que está agotado y si no logramos cambiar terminará por arrastrarnos al desastre. Binner salió bien ubicado de la contienda electoral. Pero su negativa a ir por un cambio de modelo se expresa cada vez más. Su delfín Bonfati se encamina a serios problemas en Santa Fe y en Buenos Aires los diputados del FAP le dieron quórum a Scioli para aprobar un impuestazo que golpeará al pueblo. Quienes creyeron en esta propuesta también terminarán por sufrir una gran decepción.
La realidad nos coloca cada vez con más fuerza frente al desafío de poner en pie una gran alternativa política, que represente verdaderamente nos anhelos de cambio, de soluciones profundas, que hace años tiene el pueblo trabajador. Una herramienta unitaria, que pueda contener en su seno a todas las expresiones que sostienen propuestas antiimperialistas y anticapitalistas, luchando de punta a punta del país. Ha sido por ese el objetivo trazado que hoy somos parte del Mov. Proyecto Sur junto a Pino Solanas. Es para fortalecer ese camino que apostamos a confluir políticamente con los compañeros de la CTA que participan de la vida política, con los que vamos al paro del 8/6; y también con los sectores de izquierda política y social que abandonen el sectarismo y se jueguen a construir un espacio para disputar grandes sectores a los partidos del sistema. Estamos convencidos de que, como se puede ver en Grecia, son las herramientas transformadoras y amplias, de confluencia, las que pueden abrirse camino y hacer posible la pelea por gobiernos de los de abajo.
Los meses que vienen serán importantes en definiciones. También en luchas y en organización. Pero junto con dar cada pelea hasta el final, los trabajadores, los jóvenes, los movimientos sociales, la intelectualidad crítica, los sectores del arte que no se callan, tenemos que avanzar en el debate político. Unidos por un programa transformador, respetando las diferencias y sin bajar ninguna bandera, hagamos con urgencia la alternativa que hace falta. El MST se juega plenamente por esta perspectiva e invita a quienes la compartan a sumarse a la organización para fortalecer esta propuesta.